Luis Gerardo Herrera, de 29 años, nacido en Allende, entró a trabajar desde los quince años al cuerpo de bomberos de su pueblo, donde recibía un apoyo simbólico de 800 pesos a la quincena. En 2011, sus jefes eran el comandante, Christian Alejandro López Tamez, y el director de Protección Civil, Evaristo Treviño. Había solamente otros cuatro bomberos aparte de él, y unos voluntarios que hacían su servicio social.
Un año antes de la masacre de marzo de 2011, Los Zetas visitaron su cuartel. Ellos ya sabían que la banda tenía bajo su dominio a la policía municipal. A bordo de una camioneta Ram blanca irrumpió el Comandante El Pala, quien bajó el vidrio y preguntó desde su asiento: “¿Dónde está el mero bueno?”.
El comandante Christian respondió que él era el encargado, entonces El Pala mostró una faja de dinero sujetado con ligas y dijo: “Tengan, para que se alivianen”, pero el comandante Christian le contestó que no, que así estaba bien, que no había bronca.
En eso, de los vehículos que venían escoltando la Ram blanca se bajaron otros hombres armados, entre los que estaban algunos policías municipales de Allende, quienes empezaron a ordenarle a los bomberos que se fueran para la parte de atrás del cuartel. Ahí les ordenaron que se bajaran los pantalones para luego empezar a pegarles con un leño en las nalgas. Después de tablearlos, les dijeron que si volvían a negarles algo, les iba a ir peor. Tras el incidente, a pesar de la golpiza, el comandante Christian les dijo a los demás bomberos que nunca se involucraran con ellos.
Los Zetas siguieron tratando de comprarlos pero nunca lo consiguieron. Lo único que los bomberos aceptaron en noviembre de 2010 fueron unos uniformes oficiales que les mandaron, ya que no tenían y se aproximaba el desfile conmemorativo de la Revolución Mexicana.
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El domingo 20 de marzo de 2011, el bombero Luis Gerardo Herrera recibió el reporte de un incendio a la altura del kilómetro 5.5 de la carretera entre Allende y Villa Unión: la ubicación correspondía al rancho de los Garza.
Junto con el comandante de la corporación y otros tres bomberos, acudieron al lugar.
Cuando llegaron, no pudieron entrar porque el portón estaba bloqueado por patrullas de la policía municipal de Allende, aunque vieron desde ahí un cuarto pequeño incendiándose, cerca del cual había algunas personas sometidas. Las que alcanzaron a identificar en su declaración oficial eran José Luis Garza Garza y Víctor Garza Garza, así como la señora Alma Patricia Pérez, su hijo Julio César Garza; Rodolfo Garza Garza y la hija de este de nombre Liliana Garza de la Torre.
También estaban el gallero Everardo Elizondo y su amigo César García Ramíez.
Un camión rojo con redilas de madera estacionado cerca de una bodega grande que estaba en el interior del rancho de los Garza, llamó la atención de los bomberos, quienes vieron cómo bajaban de ahí tambos grandes de diésel.
Cuando los zetas se dieron cuenta de su presencia en el lugar, los encararon: “¿Ustedes qué? Rúmbense a la verga, a chingar a su madre, ¿o quieren que les pase a ustedes o a su familia lo mismo?”. Después les advirtieron que no podían hacer reporte alguno y que ni se les ocurriera apagar los incendios de las casas del pueblo porque tendrían que afrontar las consecuencias.
“No atendimos los llamados porque estábamos amenazados por los zetas. Tuvimos que permanecer encuartelados casi una semana. Había mucho fuego pero no podíamos hacer nuestro trabajo porque sino ahora estaríamos muertos”, declaró el bombero Herrera.
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Germán Zaragoza Sánchez, un miembro de los zetas apodado El Canelo, reconoció que participó en la masacre de marzo de 2011 en Allende, pero solo repartiendo baterías a los informantes de los Zetas.
En su declaración, aseguró que esos días “levantaron” a varias personas porque Mario Alfonso Cuéllar, Luis Garza y Héctor Moreno habían robado cinco millones de dólares de Los Zetas.
De acuerdo con El Canelo, quienes habían dado la orden habían sido los entonces hermanos y jefes de la organización: Miguel Ángel Treviño, alias el zeta 40, y Omar Treviño, el zeta 42, sin embargo, la mayoría de los familiares de Moreno y Cuéllar habían logrado escaparse, mientras que él calculaba que unos veinte parientes de José Luis Garza Gaytán habían sido asesinados e incinerados después en el propio rancho de los Garza y en otro llamado Tres Hermanos, ubicado en el municipio vecino de Zaragoza.
“No queda nada de ellos porque me decían que quedaba pura mantequilla después de cocinarlos con el diésel y el fuego, pero ahí no estuve porque ahí estaban presente el 40 y el 42, y los escoltas no nos dejaban acercarnos”, declaró.
De acuerdo con El Canelo, en el ataque participaron en total cinco grupos de estacas y cuando llegaron los hermanos Treviño Morales arribaron otras diez estacas al pueblo. “Los muebles, vehículos y maquinaria, la gente del mismo pueblo se lo robaron y lo vendieron al fierro viejo. Entre quienes participaron estaban también El Ocho, El Pájaro, El Gato, El Cave, El Chilero, El Blu, El Rayas, El Pato, El Comanche, El Coreano, El Tintín…”
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Al bombero Jesús Gerardo León Ramos también le tocó ir el domingo 20 de marzo al rancho de la familia Garza, donde se topó a varios policías municipales custodiando la entrada, incluso al Director de la corporación, Roberto Cázares.
Lo que se estaba quemando era un cuarto pequeño junto a una de las casas del rancho. El bombero León Ramos identificó a los mismos miembros de la familia Garza que sus otros compañeros.
“La gente de los zetas metió a la bodega o granero grande a toda la familia Garza que señalé, y a varias otras personas más a las cuales sí vi bien pero yo no conocía, y ya no supe qué fue exactamente lo que pasó con ellos”.
Luego de que los investigadores le mostraran varias fotografías, el bombero León identificó a otras personas reportadas como desaparecidas: a Víctor Manuel Garza Pérez; a un hombre “calvo con bigote y barba escasa”, Rodolfo Sánchez Robles; a una mujer de pelo largo, Brenda Guadalupe Saldua Dovalina; a un hombre llamado Víctor Raúl Cruz González; a dos jóvenes, uno llamado Víctor Cruz Saldua y el otro Guillermo Cruz Saldua; y a un niño “güerito”, Gerardo Heat Sánchez.
(CONTINUARÁ…)
Capítulo 18 de la serie “El lugar donde se arrastran las serpientes”