Conforme avanza la Copa Mundial Varonil de la FIFA en Qatar aumentan los gestos de denuncia contra el gobierno del país anfitrión por la ausencia de respeto a los derechos humanos.
Algunos de los equipos participantes, los de Europa del norte, querían portar un signo en apoyo a la comunidad LGBT+. El organismo rector del fútbol no se los permitió.
La escuadra alemana decidió posar en la foto oficial de su primer partido tapándose la boca como reacción.
Algunos jugadores han anunciado que portarán el brazalete de capitán con los colores de dicha bandera. El país anfitrión prohíbe las relaciones entre personas del mismo sexo.
El jugador que use esa bandera recibirá una tarjeta amarilla al inicio del partido.
La FIFA en general realiza sanciones siempre que los jugadores emiten un mensaje de cualquier tipo durante el juego, ya sea de manifestación política, económica e incluso afectiva.
En ese contexto, los jugadores de la selección de Irán decidieron no cantar el himno de su país como protesta a la represión que viven particularmente las mujeres en ese país.
Concretamente, fue un gesto de desacuerdo por el asesinato de una joven a causa de no llevar bien colocado el velo.
Es entendible que los jugadores profesionales se vean obligados, o motivados, a competir en el torneo de mayor nivel. De allí que aunque no estén de acuerdo con las políticas del país anfitrión, hayan asistido a esta competencia.
Al mismo tiempo, estos gestos son un aporte significativo a la cultura de los derechos humanos.
El torneo que está en marcha es uno de los más mediáticos a nivel mundial. Todo gesto en este sentido suma.
Es necesario decir que al comité organizador le conviene más estar hablando de este tipo de gestos, que tienen en el fondo un debate cultural necesario, a que se hable de las miles de personas migrantes que murieron en la construcción de los estadios.
De allí que estos gestos se quedan cortos frente a la realidad que está en el fondo.
@perezyortiz