En las siguientes líneas se presenta una aproximación a la experiencia del proceso de paz que se realizó como solución del conflicto en Kosovo. La primera de varias entregas.
Previo al conflicto bélico en el territorio de Kosovo existían rutas de heroína en los Balcanes que “iban” desde Afganistán hasta Europa y EE.UU.
Es necesario considerar los problemas que esto genera en la vida cotidiana y en los barrios de las ciudades, ya que es un proceso que incluye la corrupción institucional y la conflictividad social.
El tráfico de drogas se da en espacios de la vida común de las sociedades. Por ejemplo, uno de los puntos claves de tránsito son las estaciones de autobuses.
En ese espacio convive el tránsito ordinario de ciudadanos con el trasiego ilegal de armas y drogas.
Por lo tanto, la corrupción es un elemento que será causa y efecto del narcotráfico, y que hay que mencionar como factor clave para la administración del poder en territorios con una situación de conflicto armado.
Una de las características de la delincuencia organizada en Kosovo es que está integrada a las estructuras de gobierno y que en sus filas participan excombatientes del Ejército de Liberación Kosovar.
Las organizaciones criminales sirvieron también para financiar movimientos de resistencia e inyectar dinero a las estructuras locales que buscan crear un Estado en el territorio kosovar.
Los problemas de la entonces Yugoslavia para gobernar efectivamente en todo el territorio de Kosovo facilitaron las condiciones necesarias para la creación de un “Estado paralelo” por parte de las organizaciones criminales.
Los procedimientos que se plantean como objetivo la pacificación de un país deben considerar la necesidad de construir los mecanismos necesarios para que las instituciones del Estado cuenten con la legitimidad debida que les permita ser fuertes y no dejarse permear o sustituir por el narcotráfico.
@davidperes_
