Este fin de semana rueda otra vez el balón en el campeonato mexicano de la primera división, regresamos al regazo del futbol casero tras la pausa de un mes en la liga por la Leagues Cup. El campeonato continúa a partir de la jornada 4, pero con varios damnificados por el paso del torneo binacional que llegó como un huracán, en el verano de ingrata memoria para nuestro balompié.
Nadie se escapa del fracaso que incluyó a la selección y a los clubes. El estío de pesadilla comenzó con una humillante derrota ante Estados Unidos en la Liga de Naciones, y termina con un sábado sin futbol de la Liga MX, viendo jugar a dos equipos estadounidenses en la final de un torneo que fue una desgracia en todos sentidos para el futbol mexicano.
En selección, el fracaso le costó el puesto al presidente de la FMF y al técnico nacional. En la Liga, Mikel Arriola tendría que rendir cuentas ante los dueños. El presidente de la Liga MX le firmó un cheque en blanco al futbol estadounidense, todo a favor de la MLS: localía, televisión, calendario, arbitrajes, repartición de taquilla.
Lo que se esperaba que fuera un gran éxito financiero no lo fue, y en lo deportivo, que es lo que menos les interesa a los dueños del balón, resultó un fracaso rotundo.
El último bastión deportivo dominado por México, sucumbió ante los Estados Unidos, que tienen una economía con la que es imposible competir y eso se ha trasladado a la calidad futbolística. En pasión, ya también nos superaron, la grada gringa brinca y canta como en cualquier campo recalcitrante de Sudamérica, hasta en eso nos han rebasado por la derecha.
De vuelta en nuestro torneo, nos encontramos con las mismas carencias y los mismos vicios. La cancha del Jalisco está hecha un potrero y la liga tiene un partido que está en suspenso a 48 horas de disputarse: el Atlas vs. América.
Por detalles tan simples como ese, el futbol mexicano está como está: en una de las peores crisis de su historia y sin un final a la vista.