El 23 de marzo venidero se cumplirá un año de que en nuestro país se declaró la Jornada Nacional de Sana Distancia, ¿lo recuerda? Se nos dijo que no era una cuarentena, que solo eran unos días, que el objetivo era tener un distanciamiento social para contener a lo que entonces se veía como algo no grave llamado pandemia covid-19.
Esas cuatro semanas que se mencionaron tendríamos que estar con restricciones y que se nos invitaba a no estar tan cerca unos de otros; dentro de 3 días habrán sido ya 52 semanas en realidad, una cifra descomunalmente más alta que la original.
Y no solo fue el tiempo, también fueron las medidas, primero solo mantener sana distancia y ya, poco a poco eso se fue transformando en una cuarentena con confinamiento, primero disfrazada por nuestras autoridades y después ya de manera abierta pidiéndonos que nos quedáramos en casa, usáramos cubre bocas, nos laváramos las manos frecuentemente e hiciéramos el estornudo de etiqueta.
En Hidalgo la suerte fue similar al resto del país, en sus orígenes la autoridad jugó (y sigue jugando) un papel trascendental, hizo lo correcto, invitó a respetar las medidas nacionales y después al ver que nosotros los de a pie no entendíamos, estableció medidas restrictivas más severas, el no circula, cerrar negocios a horario determinado y tener un aforo máximo en lugares públicos.
En fin, esta es la historia, una historia que si no aprendemos se va a repetir la última semana de marzo, viene la Semana Santa y miles de personas saldrán a vacacionar, si no respetamos lo que esta establecido, tenga por seguro que una tercer ola de contagios se presentará, no va ni el 10% de la población vacunada.
Así la vida en pandemia.