Javier Milei resultó ser el peor enemigo de Javier Milei durante su campaña electoral. Tras suyo, iba su equipo apagando incendios y tratando de bajarle el tono a la radicalidad de sus dichos en los medios de comunicación. Aun así, en su bunker cayó como balde de agua fría su paso a segunda vuelta detrás de Sergio Massa.
Milei encontró en su personaje construido, estruendoso, vulgar y excéntrico, al menos por ahora, su propio techo. Propuestas como dolarizar la economía argentina que va en contravía de la realidad mundial, encontraron menos eco que la racionalidad de los planes de Massa.
Después de su resultado en las PASO, Milei parecía venir a ritmo desbocado, pero el candidato de Unión por la Patria logró sacarle siete puntos de ventaja. Luego de las “primarias”, el también Ministro de Economía asumió las riendas de su campaña electoral y tomó decisiones políticas decisivas como si ya fuera presidente: aplicó medidas como la devolución del IVA en compras con tarjetas de débito y la drástica modificación del impuesto a las ganancias, que generaron no solo un movimiento de dinero muy grande y rápido, sino que también reactivaron la esperanza y la estabilidad del pueblo argentino.
Con medidas como éstas, Sergio Massa logró diferenciarse del gobierno tibio de Alberto Fernández —aunque sea parte de su gabinete— al exponer con claridad que el “enemigo” de Argentina es el Fondo Monetario Internacional, enemigo que además trajo al país Mauricio Macri, representado en la elección presidencial por la candidata Patricia Bullrich.
Otro elemento decisivo en este primer triunfo de Massa tiene que ver también con las amenazas de Milei de retirar subsidios al transporte y de privatizar derechos como la educación para entrar en un incierto sistema de vouchers, implementado en pocos países y con resultados poco satisfactorios en la calidad educativa, además de provocar un elevado nivel de endeudamiento para las familias.
De otro lado, como ha caracterizado a la política argentina de los últimos ochenta años, el peronismo como fuerza política pudo transformarse y adaptarse: a veces más hacia la izquierda, otras al centro, y en otras ocasiones como ésta, también fue capaz de llegar incluso a la derecha más moderada—parte de la que no logró conquistar Patricia Bullrich–, pero se mantuvo como siempre en los márgenes populares.
Patricia Bullrich le apostó equivocadamente a ser la candidata de la seguridad, pese a sus ampliamente malos resultados en ese campo cuando fue ministra de Seguridad de la nación Argentina durante el gobierno de Macri.
Durante su discurso de este domingo pasado, Sergio Massa aseguró que como presidente construirá una presidencia bajo un gran acuerdo nacional, sin importar las fuerzas políticas y seguramente ahí y en los votos en blanco concentrará la fuerza de su campaña durante los próximos días hasta el 19 de noviembre. Además, con más medidas económicas que mejoren el poder adquisitivo del salario de las familias argentinas y reactiven las economías de las regiones.
Los problemas de un país no se resuelven nunca con menos derechos. Esperemos que en Argentina el león resulte ser solo un gatito.