La secretaria de Comunicación del PRI, Paloma Sánchez, aseguró que Alito Moreno no emprendió la huida y que regresará al país luego de culminar una gira internacional por América y Europa en la que expondrá la persecución política de la que dice ser objeto por parte del gobierno federal.
No sería la primera vez que el mismo Alejandro Moreno o personajes locales como Silvano Aureoles acudan a reuniones de papel ante organismos alcahuetes como la Organización de Estados Americanos, a quienes poco o nada les importa sus dramones domésticos, pero cuyos directivos posan cortésmente para la foto.
En agosto del 2021, cuando no les parecía un estorbo, los presidentes del PAN y del PRD, Marko Cortés y Jesús Zambrano, respectivamente, comparecieron junto a Alito en la OEA para hacer una denuncia sobre la presunta intromisión del crimen organizado en el proceso electoral, de la cual nunca se tuvo respuesta, al menos públicamente.
El político que tanto insiste en la persecución política y en la construcción de un show mediático para perjudicarlo, sale de gira con un discurso bravucón contra el gobierno, después de una ridícula propuesta de armar a las y los mexicanos, ni siquiera secundada por sus coidearios, y en medio de acusaciones escandalosas de corrupción para, una de dos: intentar acallar a la opinión pública con un show doblemente mayor o para cumplir con la misma suerte de Ricardo Anaya.
Más escandaloso que la ya muy cuestionada moral de Alito, —de las que tanto abundan en varios de nuestros políticos— y revelada plenamente en varios audios, es la ausencia de trasfondo político y el afán de culminar su gestión, no pensando en el bien de su partido, sino intentando conservar los vestigios de su carrera política y hasta de su incipiente candidatura presidencial.
La hipocresía de un presidente de un partido político histórico que quiere denunciar “mundialmente” los atentados contra la democracia en México, aferrado a su silla de simulado dirigente para defender sus intereses personales y pasándole por encima a todo un proyecto ideológico; eso sí que es estar moralmente derrotado.
Hoy, los dos principales partidos de oposición tienen a sus líderes en el extranjero dándole la espalda a su militancia, a la justicia y a su compromiso con la democracia que tanto dicen defender.
Aunque es muy temprano para vaticinar el fin de la alianza Va por México, en medio de semejante zafarrancho y de dirigentes apestados, su continuidad parece verse más como un tiro en el pie. Frente a la incertidumbre y la ineficacia de la alianza, ¿por qué el PAN cedería a entregarles las gubernaturas de Coahuila y del Estado de México a los priistas? ¿Por qué el PRI renunciaría a ir uno a uno contra Morena? Ni qué decir de llegar con una candidatura conjunta mínimamente competitiva al 2024. Entre Alito y Anaya, mejor apague y vámonos.
Daniela Pacheco
@DanielaPachecoM