Política

La misma política migratoria que criminaliza

  • Mirada Latinoamericana
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  • Daniela Pacheco

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En tanto no entendamos que la migración no es un problema que se frena, sino un fenómeno, un estado natural de la humanidad que se ordena, que se gestiona, no podremos avanzar en medidas efectivas para hacerle frente al drama migratorio de millones de personas.

Estados Unidos debe dar un cambio de timón en el que se involucre en la región sin intenciones injerencistas; más allá de la desigualdad que prima en los países expulsores, el país del norte debe asumir la responsabilidad de sus nefastas intervenciones imperialistas y el impacto negativo de sus políticas de libre comercio; nos acusan de ser un muro sin señalar a los verdaderos culpables.

Al tomar posesión de su gobierno, el presidente Joe Biden dispuso la reunificación de los niños y niñas migrantes con sus familias; la revisión de los programas de inmigración legal; y le puso fin a la construcción del muro. Biden reconocía así —aunque fuera solo en el discurso— el daño causado por las políticas de sus antecesores y la necesidad de tratar el tema migratorio con un enfoque diferente.

De acuerdo con las cifras oficiales de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, en febrero de este año 100 mil 441 migrantes fueron detenidos intentando ingresar a ese país de forma irregular, superando en 22 mil los números del mes inmediatamente anterior. Según las proyecciones, se estima que para este mes de marzo ese número incremente a 120 mil.

En el caso de la migración entre Estados Unidos y México, por lo general, los cambios en la política migratoria han ocurrido cuando el fenómeno social llega a niveles exasperantes desde la óptica estadounidense, como en la actualidad.

Ese cambio de política desde el punto de vista del nuevo gobierno supondría la búsqueda de un nuevo patrón migratorio, para lo que es preciso diseñar nuevos instrumentos legales que superen la intensificación del uso de la fuerza y la criminalización como los principales recursos para detener la migración. Si hay voces en el poder dispuestas a tratar con honestidad el problema, este es el momento, con una reforma a puertas que no cuestiona la lógica securitista ni discriminatoria de su política migratoria.

Compartir la vecindad con Estados Unidos ha significado siempre para México una relación asimétrica de poder, y es en esos términos en los que se pueden concebir sus esfuerzos para salir mejor librados. Durante las últimas décadas, México ha sido presionado para imponer controles migratorios más restrictivos, incluso en medio de una pandemia — que ha visibilizado la importancia de las y los trabajadores indocumentados en la realización de tareas esenciales—, y sin disponer, al menos, de una infraestructura adecuada en sus fronteras, para mantener a las y los migrantes en condiciones dignas y seguras, mientras esperan una resolución sobre su estatus migratorio.

Está claro que el enfoque unilateral es insuficiente, pero tampoco se vislumbra un cambio de paradigma en la política de migración disuasiva, racista y clasista estadounidense, en la que los migrantes son criminales y los indocumentados no merecen un espacio.

“Weaskedforworkers, but human beingscame”.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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