En un histórico referéndum, este domingo 25 de septiembre Cuba le dijo sí a una legislación avanzada, por la que defensores de los derechos de la comunidad LGTBIQ+ han luchado por décadas y que, según varios constitucionalistas, está a la altura de las leyes más garantistas y modernas vigentes en el mundo. El 68,9% de las y los votantes aprobó en las urnas el nuevo Código de las Familias.
Pese al intento de convertir al plebiscito en una contienda entre oficialistas y detractores del régimen y de construir una narrativa de voto castigo al gobierno de Cuba, la aprobación de este nuevo marco legal, de forma masiva, es un triunfo para el pueblo cubano, aún en medio de un difícil contexto económico.
"Hemos asumido una posición de valentía, de convocar a un referendo en las condiciones que está viviendo el país. Todos sabemos que hay desabastecimiento, apagones, carencias, una parte importante de la economía paralizada", señaló el presidente de ese país, Miguel Díaz-Canel.
Un país que en el que se perseguía a los homosexuales en la década de los 60 y que despenalizó las relaciones entre personas del mismo sexo hasta 1979, hoy legaliza el matrimonio entre personas del mismo sexo y las uniones civiles, permite que las parejas homosexuales adopten niños, acaba con el matrimonio infantil y promueve la distribución equitativa de las responsabilidades domésticas, entre otros temas. Cuba se convierte en el noveno país de América Latina en legalizar este tipo de uniones.
Perder la oportunidad de reconocer los derechos de una comunidad históricamente excluida en la isla, habría sido el verdadero fracaso. Este nuevo Código sustituye el vigente desde 1975 e introduce derechos y garantías que muchas personas no pensaron ver plasmadas en leyes en Cuba, teniendo en cuenta los antecedentes.
En el país “donde nada se consulta”, la legislación aprobada tuvo 25 versiones distintas y resultó de varios meses de intensas consultas entre la misma población, y de su posterior aprobación por la Asamblea Nacional para luego ser refrendada por millones de cubanos y cubanas; con este referendo, la isla presenció un emergente y progresivo aumento de voces periféricas, incluyendo las de algunas iglesias que se mostraron a favor de la ley.
Con una participación de más de 5.8 millones de personas (69% del total habilitado), Cuba saldó una deuda histórica con la gente y con los principios socialistas que defiende. Sin embargo, teniendo en cuenta las resistencias, también históricas, de ciertos sectores, el reto fundamental tras la votación será seguir luchando para que se implementen de manera efectiva y pronta los artículos del Código relacionados con la comunidad LGBTIQ+. ¿Qué pasará con las y los cubanos que contrajeron matrimonio con personas del mismo sexo fuera de la isla? ¿Tendrá ello algún efecto en ciertas condiciones migratorias?, son algunas de las múltiples preguntas que genera su puesta en marcha.
Daniela Pacheco@DanielaPachecoM