Política

Políticos viajando (II)

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  • Cuauhtémoc Carmona Álvarez

“Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas”. Tácito

La transparencia, ese ideal tan manoseado, se tambalea en la era de la visibilidad total, donde las redes sociales convierten al político en reo del gran hermano; ese ojo que todo observaba sin tregua con razón o sarcasmo y que, además, disecciona cada paso de los políticos donde todos son observados sin distinción de partido alguno.

Desde Foucault sabemos que el poder se ejerce bajo vigilancia y pareciera que la línea entre la vida pública y privada se ha difuminado. 

Pero ¡vaya paradoja!, el político que presume austeridad mientras pasea en yates u hoteles de súper lujo parece olvidar al ojo colectivo que no pestañea.

A eso se suma una autocrítica impostergable dentro de MORENA: no basta con cacarear honestidad si los actos desmienten el discurso. 

La ética del cuidado —esa que obliga a velar por la confianza pública— demanda que la vida privada se alinee al discurso, de lo contrario sigue reinando la demagogia y el bla…bla…bla.

Sin embargo, también existe un escrutinio perverso, ese que no busca verdad sino linchamiento y difamación. 

Las redes, con su voracidad de linchamiento a veces no distinguen entre el derecho humano al descanso y la crítica con tino y orientación.

Hannah Arendt escribió que el espacio público exige que la apariencia y la realidad converjan. 

Si se viaja, que sea sin temor y con cuentas claras. No con el sigilo de quien teme ser atrapado o escondiéndose de los reflectores.

Ahora bien, si se quiere ser cínico e indolente, algunos priistas son maestros del descaro. Alito Moreno por ejemplo fue retratado en Portugal con un reloj según los conocedores con un valor de 9 millones de pesos. 

Pero esas, esas son otras historias…

La presidenta Claudia Sheinbaum ha sido contundente: el poder es humildad. No lo dijo para la crónica. 

Lo dijo para gobernar. Porque el poder —ejercido desde la Cuarta Transformación— no debe oler a privilegio ni a impunidad. Mucho menos a cinismo.

Y aquí conviene recordarles a los políticos de Morena que ella, siendo física, sin duda se ha encontrado con ironías —y hasta contradicciones— propias del conocimiento. 

El átomo, en su origen etimológico, es considerado indivisible. Pero la ciencia demostró que se divide, y mucho.

¿Acaso algunos políticos se creen átomos? ¿Tan indivisibles, tan incuestionables, tan blindados al escrutinio que olvidan que el pueblo —como la física cuántica— observa, mide y exige?

El problema no es viajar. Es la soberbia. Es esa vieja tentación de ejercer el poder con aires de inmunidad, como si la humildad fuera un discurso de campaña y no un principio de gobierno.

Hoy en día el ciudadano no observa, escudriña. 

Y si los políticos no rinden cuentas, entonces que no se quejen del juicio sumario de las redes que con justeza exigen cumplir con ética y moral lo que se proclama respecto a la austeridad y a la justa medianía. 

Estoy convencido que el que sube a los aviones sin transparencia, descienden lleno de sospechas.

Las vacaciones para los políticos son necesarias y son un derecho donde la congruencia con la austeridad debe ser un principio ético. 

Lo demás, es derroche y lujo que se aparta de un discurso transformador que desde MORENA se fustiga contra el derroche, la frivolidad y el dispendio. 

Y como diría Luisa María Alcalde: “No somos iguales”.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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