Cientos de miles de mexicanos y mexicanas se dieron cita en más de ochenta ciudades de la República mexicana el domingo pasado, con la propósito de alzar la voz en defensa de la democracia, de la libertad y del INE.
Ante el “Plan B”, que es quizá la más peligrosa ocurrencia del Presidente López, las ciudadanas y los ciudadanos de este país, nos congregamos en las plazas principales de las más importantes ciudades de México para gritar a todo pulmón que el “INE no se toca”, que “nuestro voto no se toca” y que exigimos absoluto respeto a nuestra libertad y democracia, por el bien y el futuro de nuestra patria.
Este acercarnos y reconocernos como mexicanos, es lo que nos hace falta para seguir avanzando hacia un futuro donde la dictadura y el autoritarismo no pinten; donde tengamos la seguridad de disentir sin que nos tachen de enemigos y donde se atienda desde el ejercicio público con el respeto absoluto a la dignidad de las personas y de la ley.
Somos herederos de una historia de grandeza, donde la voz potente de las y los mexicanos se hizo escuchar para lograr la independencia primero y la democracia después, y hoy es tiempo de refrendar el legado de quienes con sangre se lanzaron a la noble tarea de defender a México y reconocer nuestros derechos; hoy, no es con las armas como hemos de defenderlos, ahora es y deberá ser mediante la organización cívica y participación de todas las personas, porque, como decía Amitai Etzioni, nadie está eximido de contribuir en la construcción del Bien Común.
Los seguidores del Presidente intentarán desvirtuar la movilización ciudadana, denostando la propia libertad a la que ellos se sujetan a conveniencia para expresar sus reclamos y mentiras sistemáticamente, dividiendo al país y sus pobladores de acuerdo a su propia pueril concepción de Estado.
¿Tienen derecho a pensar de esa forma y opinar incluso con desdén contra quienes pensamos distinto? Claro, pero no tienen ni el derecho ni el poder de imponer su ideología a nadie y menos haciendo uso de los recursos públicos. Seguirán diciendo “que los adversarios”, “que el complot”, “que los conservadores” y querrán seguir pisoteando la Constitución y las leyes, pero juntos, como estuvimos el domingo, detendremos la voracidad de López y sus secuaces.
Finalmente, me enorgulleció profundamente caminar de la mano de mis hijos, pues les vi comprometidos con la causa a pesar de su corta edad, y es que las nuevas generaciones participaron más activamente en esta segunda marcha; ahora saben que serán ellos y ellas quienes tomarán las riendas del futuro de la patria.