Quisimos saber cómo vivirían el 10 de mayo las mujeres en reclusión, y el Gobierno del Estado nos permitió ingresar al Centro de Ejecución de Sanciones (Cedes) de Altamira, donde por tres horas se nos permitió hacer nuestro trabajo periodístico.
Con toda la apertura y disposición por parte de las autoridades, entramos al área femenil de ese reclusorio, donde se nos dejó platicar con las internas. Sin filtros. Fue así como pudimos asomarnos a ese mundo y conocer dos, de 23 historias de mamás que ahí permanecen. Solo cinco de las internas no son madres, así que la fecha no pasa desapercibida en ese lugar. Conscientes y ubicados del lugar que pisábamos, mis compañeros Jesús Pasillas, Yazmín Sánchez y yo no íbamos a santificarlas, pero tampoco a quemarlas en leña verde. En periodismo no se juzga, solo se informa, aunque a veces nuestras filias y fobias inevitablemente salen a flote.
Ahí hay seres humanos que, como decía la directora del penal, tal vez se equivocaron, quizá fueron víctimas de sí mismas, al no poder controlar un arranque; bastan segundos para cambiar un destino, un impulso te transforma la vida de un momento a otro.
Hay también quienes se dicen inocentes. En esa condición afirman estar Melisa y Miriam. Dos de las 28 historias de mujeres que en esas celdas viven su día a día. Casos que conmueven pero también conducen a reflexionar sobre problemática sociales que confluyen en torno a ellas.
Melisa, de 22 años, con su hija de un año y cuatro meses viviendo con ella en el penal, y la angustia de que cuando la pequeña cumpla tres las van a separar porque la ley así lo establece.
Con una condena por 94 años de prisión que está en apelación, la joven, quien lleva apenas cuatro en el centro penitenciario, fue acusada por secuestro junto con otras personas.
Afuera, bajo el cuidado de su abuela materna, está su hija mayor que pronto va a cumplir cinco años y a la que ve muy esporádicamente en los días de visita.
Es el lado humano de una de las 28 reclusas, la única que cría a su hija en prisión y quizá quien la sostiene de pie en medio de su complicada situación.
Si acaso la justicia de los hombres se está equivocando, solo la justicia divina puede corregirlo. _