La llamada elección más grande de la historia finalmente sucedió el pasado 6 de junio.
Se le ha dado este nombre ya que los ciudadanos acudieron a las urnas para elegir 21,368 cargos, 300 adicionales a los que se eligieron en 2018.
Sin duda, una enorme responsabilidad de organización y ejecución para los Institutos Electorales Federal y Estatal, los que con el debido tiempo se empiezan a preparar para los comicios con la búsqueda y preparación de funcionarios de casilla; ciudadanos que son elegidos al azar para participar en el proceso en calidad de presidente, secretario o escrutador.
Por tercera vez fui seleccionada para ser parte en esta votación que para muchos resultó trascendental por el significado que tiene para el país y sus actores políticos; la definición de diversas gubernaturas y de la composición de la Cámara de Diputados —entre otros cargos—, así como los resultados en las alianzas, los partidos nuevos y la oportunidad de mandar un mensaje claro a los distintos niveles de gobierno.
Desde hace varios meses recibí la visita de personal adscrito al Instituto Nacional Electoral, quien me invitó a participar y me brindó toda la información sobre el proceso y las responsabilidades que se adquieren al aceptar ser funcionario de casilla.
En ese momento, llamó mi atención que la visitadora me comentó que esperaba que yo dijera que sí, ya que cada vez resulta más complicado encontrar personas que acepten colaborar.
Posteriormente, recibí capacitación y participé en un simulacro que nos permitió dimensionar las actividades y funciones que realizaríamos.
El 6 de junio, en punto de las 7:30 de la mañana empezamos a montar la casilla para poder recibir al electorado que empezó a desfilar continuamente desde las 8.
Hubo buena afluencia todo el día; todos los funcionarios estábamos gratamente impresionados por la participación ciudadana y yo en lo particular, pude ver un grupo de funcionarios comprometidos, con un espíritu de colaboración y actitud positiva.
La jornada transcurrió de forma tranquila y en un ambiente de compañerismo; pude notar una buena organización por parte del INE y de su personal, el que estuvo todo el tiempo al pendiente de todo lo que cualquiera de los 24 funcionarios que colaboramos pudiera necesitar.
Fue un trabajo arduo, pero me permitió reafirmar la importancia de la participación de los ciudadanos en estos procesos, no sólo como votantes, sino como funcionarios que apoyan y brindan un servicio a México; además de la oportunidad de conocer de cerca lo que implica realizar los comicios, la importancia de contar con organismos independientes como el INE que involucran a los mexicanos en las decisiones del país y con esto fomentar una auténtica participación en los procesos de toma de decisiones públicas, es decir, lograr el empoderamiento social.