Política

La UNAM y El Poder

  • Tiempos interesantes
  • La UNAM y El Poder
  • César Romero

Conflicto de interés: Este texto nace del corazón. Soy producto de la educación pública mexicana. Académicamente me formé en la UNAM (primero, el glorioso CCH Sur y luego Políticas y el "revoltoso" movimiento del CEU). Y ahora, aquí trabajo. Que conste.

La UNAM no se intimida, ni se somete a ningún gobierno o grupo de interés. No lo hizo cuando el gobierno central intentó imponer un modelo nacional de "educación socialista". No lo hizo cuando desde el poder reprimió y masacró a nuestra comunidad con la excusa de una "conjura comunista internacional".

El compromiso principal de la Universidad Nacional Autónoma de México ha sido, y es, con la educación superior de la sociedad mexicana. Hoy más que nunca, la autonomía y la libertad de cátedra son ejes centrales de un proyecto que ha formado a gran parte de los profesionistas del país y, por ende, ha sido una vía central de movilidad social a partir del conocimiento.

Por ello, creo que fracasarán los intentos de distorsionar una precisión técnica que debería ser obvia: nadie, por prestigiado que fuera, puede sustituir la pluralidad de voces que nutren la riqueza intelectual de la Universidad.

Sin intención alguna de minimizar la autoridad intelectual de un grupo de nuestros juristas, en la noche del lunes pasado la rectoría simplemente hizo una precisión necesaria ante la posibilidad de que la dinámica de la polarización en torno a la Reforma Judicial que viene termine por convertirse en una trampa que a nadie beneficia.

Definida alguna vez por un corresponsal del New York Times como "la joya de la corona del sistema de educación pública mexicano", la UNAM ha tenido casi siempre una estrecha relación con el poder político.

Demos un vistazo a la historia reciente: las cuatro décadas de la era Soberón como raíz primaria de la "casta dorada" que incluye a los tres rectores anteriores: los médicos Juan Ramón de la Fuente, cercanísimo al obradorismo; José Narro, aliado importante de Enrique Peña y su partido y Enrique Graue, multi-vilipendiado por el actual inquilino de palacio. Además, por supuesto, de la era Carpizo (¿salinista?) y su profunda influencia en el grupo de élite de los juristas universitarios. Y ahora Leonardo Lomelí, a quién primero tacharon como "más de lo mismo... viene del mismo grupo... de los adversarios" y hoy suponen entregado al gobierno que viene.

No debemos olvidar que es justamente en los temas del Derecho en los que las batallas más estruendosas han ocurrido. Primero en aquellas navidades del 2022 cuando, a solicitud expresa del presidente López Obrador --"que diga la UNAM"--, el gobierno sufrió una de sus derrotas más contundentes de su reinado sexenal: el dictamen de "plagio" que impidió a la esposa de su empresario favorito llegar a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Lo cual explicaría perfectamente su reciente "¿Y ellos para qué se meten?", a pesar del llamado explícito de la próxima presidenta para que las facultades de Derecho del país participen en la discusión del dichoso Plan C.

Ni palacio, ni la distorsión impedirán que en la Universidad se analice, critique y opine sobre los grandes temas que nos afectan a todos. Así ocurre con la llamada Reforma Judicial que es, y seguirá siendo, objeto de estudio y evaluación. No me parece que se deban sacar antorchas y machetes por una alerta sobre el vicio de inflar un estudio de expertos con un, dos puntos (:) UNAM.

Difícilmente se puede suponer que la defensa de la pluralidad del pensamiento constituya una afrenta a los valores universitarios. Sobre todo, cuando se trata de la misma generación que desde principios de siglo logró sacar a nuestra comunidad de las implicaciones de aquel infame anuncio clasificado de oferta de trabajo que concluía con un "egresados de la UNAM, favor de abstenerse" (consecuencia de la Huelga de 1999-2000). "Politiquería", diría aquel.

La UNAM es la más importante y la más grandes, de México y se encuentra entra las cien mejores del mundo. Solamente por desconocimiento profundo de la realidad universitaria, o perversidad, podría prosperar esta nueva intentona de fracturar una institución que, hoy más que nunca, puede contribuir al fortalecimiento de las mejores causas de nuestro país.

Todo esto ocurre --no debería sorprendernos--, justo a la par del clásico juego de las sillas se lleva a cabo al interior del equipo de Claudia Sheinbaum, quién, además de convertirse en la primera mujer que encabeza el poder Ejecutivo en nuestro país, será la primera universitaria de cepa (no solo egresada) en ocupar la Presidencia de México.

Sigo convencido de que la UNAM no es un edificio, sino una comunidad de cientos de miles de personas, la mayoría con un profundo compromiso social que, un día sí y al otro también, defienda su autonomía y ejerzan el pensamiento crítico. Es la institución que históricamente creó las clases medias de nuestro país y, por ende, cuenta con el mejor reconocimiento de la sociedad mexicana. Lo cual, pasada esta ola de ofuscamiento, seguirá siendo una realidad.


Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.