Política

Sin recato y sin dudas

Luego de cuatro descalabros monumentales, Andrés Manuel López Obrador se quitó la máscara y ahora pelea peor que “El Peters” del IPN. Se soltó el pelo y manchó la investidura que dice proteger y pareciera que trata de generar el mayor daño posible tras las cuatro afrentas a su gran ego.

Primero, en enero, el escándalo de la Casa Gris de Houston y el tráfico de influencias de su hijo lo desequilibró; el fracaso de la ratificación de mandato lo disminuyó; el rechazo a la contrarreforma eléctrica lo desarmó y la inoperancia del Aeropuerto Felipe Ángeles lo desacreditó a ojos de todo mundo.

Tras esos golpazos peores que los de Bivol contra El Canelo, en menos de dos semanas López Obrador reviró descarándose, dejando en claro cuál es su bando.

Primeramente contraviniendo la reciente tradición democrática de México se puso de lado de regímenes autoritarios como el de Maduro en Venezuela, como el de los Castro-Díaz Canel de Cuba, y de Ortega en Nicaragua, por los que aboga y se pelea con el principal socio y vecino de nuestro país. Un disparate.

Y dos: en medio de su coraje afloró nítidamente su anteriormente velado apoyo y protección a grupos violentos a los que –dijo- las fuerzas armadas deben proteger porque también son seres humanos.

No sorprende el bando que eligió en ambos terrenos, sino que ya perdió las formas, el decoro. En menos de cinco meses López Obrador cayó lo que nunca antes en lo que va de su vida política, en lo que fue su carrera política como opositor.

Lo que antes decía que era una política de “abrazos, no balazos” para pacificar al país, ahora parece quedar claro que no era una política ni una estrategia sino complicidad. No necesita que lo declare o que lo acusen, la evidencia es y basta.

“El orgullo engendra al tirano”, lo sabían los griegos y ahora lo corroboramos los mexicanos. Con el ego herido estamos conociendo al verdadero político que se ostentó por años como un líder progresista, humanista y honesto, pero ya no más.

La prometida transformación terminó en degradación; el progreso en retroceso; la democracia en autocracia, la ilusión en inflación y la honestidad en aparente complicidad. Gracias por sincerarse, señor presidente. Ya nadie tiene dudas de usted.

Celso Mariño

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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