Un factor determinante en una campaña propagandística son los tiempos.
El “timing” es “la organización o previsión del tiempo correspondiente a diversas fases de ejecución de una tarea o acción”; así, no solo es importante la definición del vocero, sus mensajes y los medios a usar (aspectos comentados en la entrega anterior), sino que todo esto no funciona si no hay una programación estratégica: cuándo quién hará qué, en dónde, y con qué impacto esperado y medible.
Veamos. Desde la semana anterior el subsecretario de Salud Hugo López Gatell admitía que ya había condiciones en la Ciudad y Valle de México y otras zonas para declarar la fase 3 de la pandemia, pero que se esperaba a hacerlo “nacional”. El lunes 20 de abril sesionó el Consejo de Salubridad General y aprobó decretar la fase 3, pero ese día López Gatell nada dijo de ello, sino que se esperó al martes 21, en el marco de la mañanera para que el anuncio se diera en el mayor foro mediático del gobierno central.
También, a esta declaratoria la hicieron coincidir con el mismo día en que Pemex realizaba los peores contratos de su historia: pagar para que se llevaran el petróleo mexicano ante la caída internacional del crudo.
Una más: La fase 3 la “aguantó” López-Gatell para hacerla “nacional”, pero, entonces, ¿por qué sí hará por regiones el levantamiento de las medidas de aislamiento social?
Más propaganda: “Jefa Fabiana” llorando ante las cámaras por el enorme dolor que le generan las agresiones a sus colegas enfermeras y enfermero del país (¿recuerda lo de llamar a las emociones por sobre la razón?). Y María Elena Álvarez-Buylla, directora del Conacyt, haciendo una defensa “ideológica” ante la lenta respuesta del régimen lo que opacó datos de la saturación de hospitales covid de la CDMX y las inconsistencias en algunas cifras del subsecretario.
Guardando las proporciones, este manejo amañado de la información sanitaria equivaldría a un fraude electoral pero que deja muertos y enfermos en lugar de perdedores. Aquí no hay un “INE médico”, imparcial, que tome decisiones sanitarias sin sesgos políticos. Ojo: lo del covid no es solo un asunto médico, sino que debe analizarse también como una estrategia propagandística.