Mark Manson es un bloguero neoyorquino muy famoso. Tiene millones de seguidores en su plataforma digital: markmanson.net. Sus libros registran alrededor de 20 millones de copias vendidas y se han traducido a más de 65 idiomas y han alcanzado el número uno en ventas en más de una docena de países.
Escribe sobre las relaciones humanas, los círculos viciosos de vida, la aventuras y decepciones, el sufrimiento, la autoconciencia, el excepcionalismo y otras menudencias.
Desde 2008 ofrece —dice su biografía de Twitter— consejos de vida que no apestan.
He podido leer solo uno de sus libros: El sutil arte de que te importe un carajo (de acuerdo con la traducción al español), un enfoque disruptivo para vivir una buena vida (2016).
Me ha gustado porque Manson sumerge al lector en algo fundamental: “dejar de pretender ser positivos todo el tiempo”, lo que, sin duda, permitirá que las personas sean más seguras y felices, manejando sus emociones en los tiempos críticos o frente a la adversidad.
Esta óptica de Mark Manson me parece un atisbo de realidad (real) en este mundo digital y de la IA, en esta sociedad de cristal y de múltiples coqueteos con un tardío new age, en el que todo debe ser superpositivo porque es lo que se espera, porque es lo socialmente correcto.
Brinda algunos consejos de autoayuda —que no apestan, insisto— para centrar las expectativas sobre uno (a) mismo y el mundo. Porque advierte: “no todos podemos ser extraordinarios”.
El autor no descubre el hilo negro; invita a una introspección básica, honesta, y de supervivencia para reconocer y aceptar nuestras limitaciones, lo cual, dice, es el origen absoluto del empoderamiento. Afrontando los temores y todos los demonios que llevamos adentro, conciliando y reconciliándonos con ellos, para empezar a vivir en los diferentes valores y en el perdón como esa búsqueda interior siempre exhaustiva (y hasta canalla).
Exige un momento de sinceridad, con un humor casi profano, el autor, nos pide espabilarnos y dejar de sobrevalorar ciertos aspectos, contextos y formas de vida. Por ejemplo el éxito material, el cual, apunta, es un peligro priorizarlo sobre otros valores como la honestidad, la no violencia y la compasión. “Cuando la gente se mide, no por su comportamiento sino por los símbolos de estatus que va coleccionando, no solo es superficial, probablemente también sea cabrona”.
Ésta es una guía de autoayuda para iniciar ejercitando nuestra honestidad, perseverancia y responsabilidad, para empezar a llevar vidas más gratas con los pies bien puestos y calzados sobre la tierra, confía el autor.
Busquemos, pues, nuestros demonios, como un acto analítico, curioso, reflexivo y, sobre todo, relajado, a sabiendas de nuestras posibilidades y de la propia aceptación.
Celeste Ramírez