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“Jajandra”

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  • Celeste Ramírez

La actriz Silvia Pinal explica, en el libro Esta soy yo (Porrúa, 2016), que su hija “Gabriela Alejandra era ‘Jajandra’ porque no paraba de reír y hacer bromas. […] Era una niña con una energía inagotable, sacó el carácter de su padre y mi temperamento y determinación”.

La noche del 31 de octubre la cantante Alejandra Guzmán se presentó en la ciudad de Toluca, con su gran talento y sus éxitos recibió muchas ovaciones en el Teatro Morelos.

Alejandra es encantadora. La gran Silvia Pinal, en el mencionado libro autobiográfico, la describe: “Alejandra ha sabido salir adelante y vencer sus propios demonios y dejarlos atrás. Es auténtica, honesta, una mujer que se reinventa día a día, una guerrera”.

En el escenario Alejandra baila y se entrega. Esa noche abrió con uno de sus éxitos, “Míralo, mírala”, un rockpop en el que se describe la más alta infidelidad.

La cantante grita y se alegra sobre el escenario, se explaya, levanta los brazos y colorea la voz, la roquera voz heredada. Aunque —eso sí— no pone en conflicto los huesos ni su cadera. “Sus pasiones: la música y el trabajo”, reconoce en ella, en la cantante, la diva Silvia Pinal.

Arrancan los primeros acordes de Luz de luna, la primera canción que grabó a finales de la década ochenta (la ochentera vida en colores neón, copetes, tenis Vans o jeans).

¡Vamos a bailar para que se nos quite el frío!, solicita desde el escenario de Toluca. Una ciudad que aquella noche estaba más desierta que nunca porque hubo juego de fútbol (fue esa, la fatídica noche del gimme five).

¡Gracias por venir a pesar de la lluvia!, resuena la voz ronquita de Ale por todo el teatro. Luego salen algunas de sus más famosas canciones incluido un nuevo corte titulado: Si te enamoras de mí.

El escenario era un caldero del diablo. Llamas y calacas. El rock pop de la Guzmán a tope: arde la ciudad. Ella vestida de rojo, gentileza (supongo) a la ciudad choricera. Guiño (otra vez, supongo) a los apaleados diablillos que esa noche perdieron —sí— todo el estilo.

Vengan esos cinco… decían por todas las redes sociales, mientras la Guzmán comenzaba a blusear la nostálgica canción Ángeles caídos. “Llorando a mares como ángeles caídos, cuando el pecado los expulsa del paraíso. Me derrumbé por más que supliqué… Nadaaaa… “.

Casi al final la Guzmán cantó el mayor de sus éxitos. Una canción, que comentó al público, “no fue fácil que me dejaran cantar en aquella época… Hacer el amor con otro” (Incluido en Flor de papel, 1991). Y ahora, agregó, tenemos el reguetón que… no me gusta y no le entiendo.

¡Arriba los noventa!, gritaba.

Celeste Ramírez


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