Ucrania es parte de la identidad étnica, cultural y religiosa de la vieja Rusia. Y la Rusia de hoy considera a Ucrania, por su historia y por su geografía, parte de su espacio de influencia, una región indispensable para su seguridad. Estos hechos no son disputados. ¿Cuáles son sus consecuencias? Estados Unidos evoca el principio de la autodeterminación de los pueblos, acusa a Moscú de interferir en la soberanía de Ucrania. Europa también. En su opinión, Ucrania tiene la libertad de optar por ingresar a la Unión Europea, y más: la libertad de ser parte de la OTAN. El problema es que no sabemos qué quiere en realidad ese país, es decir, qué desean ser los ucranianos.
Ucrania está dividida entre una población proeuropeo (la más joven, localizada sobre todo en el oeste del país) y una población prorusa (por lo general más vieja, asentada en el sur y el este del país). Las elecciones, este siglo, han reflejado esa división. A fines de 2013 Kiev quiso firmar un tratado de asociación con Bruselas. ¿Qué querían los ucranianos? Un 38 por ciento apoyaba la asociación con Europa y un 38 por ciento prefería una asociación con Rusia. Bajo la presión de Moscú, el acuerdo con Bruselas fue cancelado, lo que provocó un estallido de protestas que forzaron un cambio de gobierno en Kiev. A principios de 2014, el nuevo gobierno, proeuropeo, prohibió el ruso como lengua oficial, lo cual desató la ira de la zona prorusa de Ucrania. Un levantamiento en Crimea, apoyado por Moscú, tomó el poder en la península para convocar un referendo, que ganó la formación de la República de Crimea y su incorporación a Rusia. La anexión de Crimea, a su vez, detonó movilizaciones prorusas en las regiones de Donetsk y Lugansk, al extremo este de Ucrania, que buscaban también su independencia, pero que fueron contenidas por Moscú.
Lugansk y Donetsk forman, juntas, la región del Donbás. La población, en su inmensa mayoría, habla ruso. Desde hace ocho años hay ahí una guerra entre el Ejército Ucraniano, comandado por Kiev, y los separatistas prorusos, que reciben el apoyo militar y político del Kremlin. Alrededor de 14 mil personas han muerto. Este martes, antier, en el marco de la crisis en Ucrania, el Parlamento Ruso (la Duma) aprobó una resolución que insta al presidente Putin a reconocer la independencia de Lugansk y Donetsk (la noticia fue dada a conocer el día en que Putin anunció el retiro de parte de los más de cien mil soldados rusos situados en la frontera con Ucrania, retiro que hasta ayer no había ocurrido, según la OTAN). El Parlamento Ucraniano (la Rada Suprema) respondió que el reconocimiento de Donetsk y Lugansk significaría el fin de los Acuerdos de Minsk, firmados en septiembre de 2015 por los representantes de Kiev y Moscú y por las fuerzas separatistas rusas, bajo la mediación de Francia y Alemania, con el propósito de poner fin a la guerra en esa parte de Ucrania.
Si yo fuera ucraniano, sería proeuropeo. Pero tendría que aceptar que más o menos la mitad de los ucranianos son prorusos y reconocer que, en esta crisis, una parte de la razón la tiene Moscú, que no quiere tener un ejército hostil asentado en un país que, durante siglos, y hasta hace pocos años, era parte de su territorio.
Investigador de la UNAM (Cialc)