Política

Muerte de Pancho Villa

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Francisco Villa fue un asesino. Pero también fue uno de los generales más grandes de la Revolución. Murió el 20 de julio de 1923. Un día como hoy, hace 100 años.

Tres de los grandes líderes de la Revolución: Madero, Zapata y Carranza, fueron asesinados entre 1910 y 1920, todos por confiar en una persona equivocada (Victoriano Huerta, Jesús Guajardo y Rodolfo Herrero). Villa, en cambio, desconfiaba de todo el mundo, afirma su biógrafo, el gran historiador Friedrich Katz. “Desde el día en que se estableció en Canutillo, el miedo a ser asesinado no dejó de perseguir a Villa. Pocas veces salió de la hacienda durante el primer año, y siempre lo hizo acompañado por una escolta de 50 Dorados. Pero, conforme mejoraban sus relaciones con el gobierno de Obregón, su temor fue decreciendo”. Moriría, así, no por exceso de confianza en otra persona, sino en sí mismo.

A principios de julio de 1923, Villa decidió ir a Río Florido, un pueblo situado cerca de la hacienda de Canutillo. Iba a ser el padrino del hijo de un amigo; quería combinar la ocasión con un viaje a Parral, al sur del estado de Chihuahua, donde tenía que arreglar unos asuntos y ver a una de sus esposas, Manuela Casas. Era demasiado caro llevar con él a los 50 hombres de su escolta, los que lo acompañaban siempre en las contadas ocasiones en que salía de Canutillo, por lo que decidió viajar nada más con su secretario y su chofer, y una escolta de solo cuatro hombres, los que cabían en el automóvil en que viajaría a Parral. Villa adoraba los automóviles. El 10 de julio atravesó Parral rumbo a Río Florido. Varios rifles apuntaron hacia él desde las ventanas de una casa, pero no dispararon porque, en el momento en que llegaba al crucero, decenas de niños salían de la escuela. No se dio cuenta él mismo de lo que pasaba: siguió hacia Río Florido. En la mañana del 20 de julio, tras pasar unos días en Parral, decidió regresar a Canutillo. “Villa estaba de buen humor”, relata Katz. “Iba manejando él mismo el coche y bromeando con su secretario y sus guardaespaldas. Al llegar a la esquina de Juárez y Barreda, un hombre que estaba allí parado levantó la mano para saludar y gritó: ¡Viva Villa!, el viejo grito de guerra de la División del Norte. Ignoraba Villa que el grito que tantas veces lo había saludado en la batalla esta vez anunciaba su muerte”. Al disminuir la velocidad para dar la vuelta en el crucero, una lluvia de balazos cayó sobre el automóvil. Todas las personas que viajaban en el auto, salvo una, murieron en el atentado. El propio Villa recibió nueve impactos de balas expansivas, y murió al instante.

¿Quiénes eran los asesinos? Katz menciona a algunos que tenían agravios personales contra Villa, en particular el coronel Jesús Salas Barraza, quien confesó ser el asesino, fue sentenciado a 20 años de prisión y pasó solo tres meses en la cárcel (“Nadie más fue nunca acusado ni detenido por el asesinato de Villa”). Katz también documenta las relaciones de Salas Barraza con el entorno más cercano al presidente Obregón: el general Plutarco Elías Calles y, sobre todo, el general Joaquín Amaro. “Probablemente nunca será posible establecer de un modo definitivo si el responsable en última instancia fue Obregón o Calles”.

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Carlos Tello Díaz
  • Carlos Tello Díaz
  • Narrador, ensayista y cronista. Estudió Filosofía y Letras en el Balliol College de la Universidad de Oxford, y Relaciones Internacionales en el Trinity College de la Universidad de Cambridge. Ha sido investigador y profesor en las universidades de Cambridge (1998), Harvard (2000) y La Sorbona. Obtuvo el Egerton Prize 1979 y la Medalla Alonso de León al Mérito Histórico. Premio Mazatlán de Literatura 2016 por Porfirio Díaz, su vida y su tiempo / Escribe todos los miércoles jueves su columna Carta de viaje
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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