Hace ya unas décadas que los gobernadores son un problema. Nuestro sistema federal les da un poder y una libertad con pocas responsabilidades, que es muy tentador. Para hacerse ricos o hacer un desastre no hay nada mejor.
Ser gobernador de un estado regala seis años para sentirse rey. Los impuestos los cobran otros, las obras grandotas también las hace el gobierno federal; la seguridad, pues llamamos a los federales y que se encarguen.
La lista de gobernadores o ex gobernadores que han sido investigados o han acabado en prisión por una variedad de delitos es larga. Tenemos algunos narcos, otros nomás corrutos hasta la médula y muchos nada más un desastre.
Villanueva, Duarte, Yarrington, Sandoval, otro Duarte, Reyna, Padrés… en fin, sobran apellidos.
Por ahora, está claro que la transformación que tanto presume el gobierno y el partido hegemónico no ha pasado por ahí o, en su caso, será peor. No hay mejor ejemplo que Cuauhtémoc Blanco.
A estas alturas, todos sabemos cómo llegó a la gubernatura de Morelos. Una lanita y cómo no.
Uno de los mayores héroes del futbol mexicano no iba a perder una elección. De eso a saber gobernar, pues para qué anda uno haciéndose esas preguntas.
Lo que hoy queda claro es que, aunque seguramente dinero tenía después de su carrera, o maneras de obtener más, dada su popularidad, prefirió el dinero público para él y los suyos. No lo digo yo, lo dice la gobernadora que lo sustituyó y gente que trabajó con él.
Ahora se le suma una acusación de abuso sexual. El Cuau, mientras tanto, legislador por Morena e invitado a comentar la final del futbol mexicano, por qué no.
Blanco es el mejor y más notorio ejemplo. Pero a la Presidenta se le van acumulando.
Lo de Rocha en Sinaloa parecería imposible de sostener, pero nadie se extrañe si termina su sexenio hasta celebrándose.
Javier May en Tabasco lleva poco tiempo en el puesto, pero no vaya a ser que el estado siga degradándose y May lo siga gobernando.
Y no, no creo que todo lo pueda arreglar Omar García Harfuch con algunas visitas. Se entiende que adentro del gobierno lo vean como Superman, pero no, no es. Es solo un buen policía con recursos económicos y humanos limitados entre los militares y la austeridad.
Se acumularán los ejemplos de gobernadores como los tantos, muchos que hemos tenido. Ejemplos que terminan afectando la imagen y popularidad de su líder: la Presidenta.
