El presidente Andrés Manuel López Obrador ha dado nuevas y muchas encomiendas a las fuerzas armadas.
Más allá de todas esas tareas hay cosas que en el Ejército no cambian, no pueden cambiar. Es una institución construida y forjada con los mismos hábitos y formas desde hace décadas, en estrictas reglas de comportamiento, obediencia y… sí, secrecía. Son, han sido siempre, una especie de club privado a un lado, nunca mezclados con el resto del país. Tienen otras reglas.
La semana pasada nos dio una muestra clara de cómo funcionan de otra manera.
Durante el fin de semana cinco jóvenes fueron asesinados, según todo indica, por militares en una madrugada en Nuevo Laredo.
Gracias a trabajos periodísticos que han dado a conocer las autopsias y han obtenido el informe de la Sedena a la FGR, se va confirmando que los elementos uniformados dispararon sin razón.
Desde la autoridad, oficialmente, tenemos un boletín de la Sedena que de alguna manera reconocía que sus elementos habían disparado sin razón, aunque lo confundía todo con la descripción de un “estruendo”.
El resto han sido filtraciones, “fuentes” que dicen que unos militares fueron arrestados por “desobediencia”, que ya están en el Campo Militar número 1.
El secretario de la Defensa, participante habitual en las mañaneras, esta semana estuvo ahí solo para hablar del Tren Maya.
Desde la Fiscalía, silencio. Como siempre, un par de filtraciones en el sentido que harán acusaciones serias contra los militares. Veremos.
En los próximos meses la Suprema Corte tendrá que decidir sobre la inusitada presencia militar en la vida mexicana. Si la voluntad del Presidente gana, ¿qué harán la Sedena y la Marina con su larga historia de secrecía y poca transparencia, para no hablar de su empeño en que la justicia civil se aparte de sus asuntos? ¿Podrán instituciones que ahora están tan metidas en asuntos públicos ser diferentes a otras?
Una nota final: En la semana abundaron los relatos de la vida de las víctimas y de su posible relación con la delincuencia organizada como para justificar lo sucedido. Nada nuevo, en este país vivimos desde hace lustros el país donde la ley no importa ni la autoridad tiene la responsabilidad de hacerla cumplir y cumplirla estrictamente y que cree, por lo tanto, que puede matar más allá de la ley. No sé, me acordé de aquellos que explicaban las madrizas a una mujer de parte de su marido porque “algo había hecho”.
@puigcarlos
