No creo que valga la pena a estas alturas de la historia regresar a enumerar las muchas, muchísimas maneras en que se han hecho mal las cosas en la investigación del caso Ayotzinapa, donde trágicamente desaparecieron 43 normalistas en aquella trágica noche hace poco más de 10 años, en Iguala.
El último escándalo mayor había sido la súbita remoción del fiscal Omar Gómez Trejo, por presión del Ejército y las prisas de López Obrador, y el nombramiento de un fiscal sin experiencia y, ahora sabemos, sin idea de cómo hacer las cosas, además de que le gusta hacer fiestas con sus empleados.
Así terminó el sexenio anterior y en éste, pues el desastre continúa. En estos días, demostrando su enorme sensibilidad —no se rían—, el fiscal especial metido en varios escándalos le dijo a la prensa “los avances: tenemos 120 detenidos, más de 46 causas penales, llevamos más de 800 lugares visitados en la sierra buscando los cadáveres”.
Es inútil discutir si lo que dijo es verdad o mentira, si los jóvenes están o no muertos. Él es la autoridad y cadáveres no ha encontrado. Así le fue con la Presidenta en la mañanera:
“Es una declaración muy desafortunada. Alejandro Encinas ya había dado en su momento, cuando fue subsecretario, ya había dado una declaración en este sentido, pero la declaración es muy desafortunada. Lo más importante es que seguimos trabajando”.
En la reunión con los padres de familia en estos días, que pidieron la destitución del fiscal, les presentaron a un nuevo “coordinador” de la búsqueda. Mauricio Pazarán, con muchos años trabajando en la procuraduría, ahora fiscalía capitalina.
Eso sí, la Presidenta dejó en el misterio porque ahora, dice, sí habrá resultados: “Estamos buscando nuevos esquemas de investigación o estamos desarrollando nuevos esquemas de investigación, pero que tienen que ver con esquemas de investigación diferentes a los que se han seguido hasta ahora y hemos estado en contacto con familiares, madres y padres para explicarles cuáles son. Eso nos está dando mucha más información, entonces yo tengo la esperanza de que esta nueva forma de investigación nos lleve a lo que queremos todos los mexicanos y mexicanas, porque, en primer lugar, los familiares, pero, en segundo lugar, el pueblo de México, queremos verdad, justicia y encontrar a los jóvenes”.
No sé, a juzgar por la trágica historia de este caso, yo no esperaría mucho.