Para frenar a la aplanadora de Morena, en breve seremos testigos de acuerdos, alianzas y coaliciones, donde los dirigentes y militantes de los partidos políticos en Jalisco olvidarán historia, agravios, principios básicos y colores, para sentarse en la misma mesa a delinear estrategias para descarrilar la locomotora cuyo maquinista dirige desde Palacio Nacional.
No basta con el anuncio de las mujeres que encabezan el PAN, PRI y PRD, de que harán una coalición en 2024, falta permear las intenciones hasta en el más simple miembro de cada partido, para que vaya buscando su fórmula personal de asimilar la mezcla que hasta hace unos años se consideraba “antinatura”.
Como dice la canción “La Fiesta”, de Joan Manuel Serrat, deberán colgar de “esquina a esquina un cartel y banderas de papel, verdes rojas y amarillas”.
Y en esta fórmula hay quienes ven al propio Movimiento Ciudadano sumándose a la alianza, pero “cerrando los ojos” para no ver al PRI y rescatar así su congruencia política.
La incorporación de MC a un bloque opositor no resulta descabellada porque, por primera vez, numerosas encuestas colocan a Morena como la fuerza política de más crecimiento en los últimos meses, al grado que aparece en la mayoría de las mediciones por encima del partido naranja.
El pretexto perfecto que encontraría Movimiento Ciudadano en el estado para finalmente dar su brazo a torcer y participar en la alianza, es precisamente el movimiento nacional del Frente Amplio por México.
El dueño de la franquicia, Dante Delgado Rannauro, en su acostumbrado juego de serpientes y escaleras, ha mantenido un discurso enérgico de apartheid respecto al resto de los partidos, asegurando que irían solos a la contienda y, de ser necesario, él mismo estaría dispuesto a “sacrificarse” por México como candidato.
Aunque MC ha crecido, el mayor apoyo lo tiene en los estados que gobierna, Jalisco y Nuevo León, pero difícilmente tendría la capacidad por sí solo para ganar la elección presidencial, a menos que uno de sus personajes —como Alfaro, Luis Donaldo Colosio o Samuel García—, encabezaran el frente hoy casi amarrado por la panista Xóchitl Gálvez.
Por eso, el senador por Jalisco, Clemente Castañeda, fue quien puso el cascabel al gato al plantear que su partido debería abrirse a la posibilidad de sumarse al frente y apoyar una figura tan atractiva como Xóchitl Gálvez.
Un planteamiento parecido, aunque muy a su estilo de “sí pero no”, utilizó el propio gobernador Enrique Alfaro, para referirse a que su partido se ha equivocado al aislarse, por lo que urgió a buscar una fórmula distinta de alianza para el 2024 por el bien del país.
Y con esta “misión” de anteponer lo mejor para México, Movimiento Ciudadano podría entonces ir a una coalición con todas las fuerzas políticas de oposición —incluso hacia su gobierno—, a las que tendrían que sumarse Hagamos y Futuro, para contrarrestar el arrastre de Morena en Jalisco.
En las encuestas que se conocen —otras han sido elaboradas para los partidos—, solo Pablo Lemus mantiene cierto margen de ventaja sobre candidatos de Morena, aunque el porcentaje se ha ido reduciendo.
Pero es de sobra conocido que, no obstante sus discursos de amistad, no es Lemus el candidato que el gobernador quiere para sucederlo.
Desde ahora, reconocidos militantes del PAN, del PRI y hasta de MC, se han pasado a las filas de Morena. Algunos en forma directa y otros más de manera disfrazada a través de satélites como el Partido Verde o el Partido del Trabajo.
Pero esto no es nada comparado con lo que viene. El pragmatismo político a su máxima velocidad, permitirá que en el año electoral que se avecina, se haga realidad “La Fiesta” de Serrat y que “el noble y el villano, el prohombre y el gusano, bailen y se den la mano sin importarles la facha”.
Por unos comicios, se olvidarán, “que cada uno es cada cual”.
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