El billonario neoyorkino, Michael Bloomberg, ha irrumpido en la carrera por la candidatura demócrata a la presidencia de EEUU, a golpe de dólares. De su bolsa, lleva invertidos 300 millones, y ya se coloca en tercer lugar en las encuestas en la contienda interna.
Bloomberg entra en la carrera presidencial como una especie de héroe anti-Trump; da un manotazo -o billetazo- en la mesa y se vende como el único que le puede ganar en las elecciones de noviembre 2020. Según algunas encuestas, está nueve puntos por encima del presidente en la hipotética elección.
El problema de Bloomberg es interno y su situación es inversa a la de Bernie Sanders. Me explico. Sanders va sólido por la candidatura demócrata, pero se ve muy lejano que le gane a Trump. Como lo señala Paul Krugman, el socialismo de Sanders es prácticamente “un regalo” para la reelección de Trump; podrá ayudarle a ganar la candidatura pero no le dará la Oficina Oval. Los seguidores de Sanders parecen pensar que “la victoria” es la candidatura, no la presidencia.
Bloomberg, por otro lado, tendría más elementos para derrotar a Trump. Es moderado, centrista, e incluso genera entusiasmo entre votantes republicanos. Es demócrata por sus posturas a favor del control de armas, la regulación de Wall-Street y el combate al cambio climático; pero también puede obtener apoyo republicano por su visión empresarial y sus férreas políticas en materia de seguridad pública -que para muchos se tradujeron en ataques a minorías y flirteos con el nacionalismo blanco. Estamos hablando de un personaje pragmático.
Su problema es que difícilmente obtendrá la candidatura demócrata, lo van a destruir.
Ello quedó claro en el debate del pasado miércoles, donde lo hicieron ver muy mal al no poder responder a los ataques de sus contrincantes, principalmente de Sanders y Warren. Si Bloomberg piensa que puede comprar el boleto a la candidatura demócrata, sin prepararse para los debates y sin construir una narrativa convincente, está muy equivocado. Al debate llegó sobrado y salió vapuleado.
Mientras tanto Trump, parafraseando a Napoleón Bonaparte, no distrae a sus adversarios mientras se están autodestruyendo.
