Desde el jueves pasado se dio a conocer una carta firmada por más de 650 personas destacadas en el ámbito de la ciencia y la opinión, donde se acusa directamente al Presidente López Obrador de acosar y menguar la libertad de expresión en México.
No es un secreto que cuando algo no le gusta al mandamás mexicano, acostumbra hacer comentarios denostando y satanizando a quien lo señala o a los datos que lo avalan.
Pero es una realidad, que durante estos casi dos años de gobierno, tenemos a una persona intolerante, que no acepta las críticas, que se muestra como un líder autoritario, que continúa en campaña queriendo elevar su imagen mesiánica, pregonando la importancia histórica de su persona y movimiento, aún antes de hacer nada.
Qué es lo que ha hecho López Obrador en su gestión. Desde el inició desaprovechó esa enorme oportunidad de saberse aprobado por la mayoría de la sociedad, tuvo la gracia de encumbrarse en la votaciones, por la razón que sea, pero no lo aprovechó para volcar ese apoyo y transformarlo en el bien de México.
Al contrario, se ha encargado de polarizar al país con sus acusaciones y su cansino tema de perseguir la corrupción, sin darse cuenta que en términos globales y por estudios independientes la corrupción ha aumentado durante su gobierno, sus sermones ridículos de “amor y paz”, no han reducido en lo más mínimo la inseguridad.
Sus polémicos proyectos para detonar la economía como el tren maya o la refinería de dos bocas, son encomiendas que no van de acuerdo a las economías globales y modernas, enfocando el desarrollo del país en tecnologías arcaicas y en decadencia.
Durante su gobierno se ha perseguido, vetado y obstruido las opiniones y recursos económicos de cuanta persona consideran incómoda.
Sus palabras incongruentes de unidad y patriotismo, así como su descarado olvido por propuestas de unidad y desarrollo, más allá de sus necedades, dan como consecuencia que de su “unidad”, derive la división de los gobiernos estatales, la polarización de la sociedad mexicana e incremente día a día el enojo y el odio entre los chairos y fifís.
Utiliza todos los días sus circos mañaneros para crear teatros mediáticos, trata de poner en la agenda pública sus rifas y chistoretes, anuncia con bombo y platillo que atrapará a los corruptos, hasta que la realidad lo golpea y lo deja como uno más de ellos, como ejemplo el circo de Lozoya, del cual ya no dijo ni Pío.
Ese es nuestro presidente, una persona que sin duda pasará a la historia, pero no por las razones correctas, sino por ser el personaje que se empecinó en terquedades, que pensó que con chistes gobernaría una nación, un personaje que será recordado por encabezar la ineptitud, ante el mayor problema económico y de salud de nuestros tiempos. 72 mil fallecidos y contando por la pandemia y la peor caída económica en un siglo lo avalan.
Eso sí es histórico.