La innovación social surge como un esfuerzo que permite generar productos, servicios o estrategias que pueden satisfacer necesidades sociales, cumplir con cierta demanda o dar respuesta a un problema social, generando en el proceso del mismo, una colaboración y aprendizaje.
El verdadero aporte de la innovación social, consiste en buscar reducir las brechas de desigualdad presentes en la comunidad, valiéndose de la participación de todos los actores posibles y atendiendo los derechos sociales básicos, sin embargo, para que un proceso de esta naturaleza pueda ser exitoso y se convierta en un pilar económico, necesitamos organizarnos y ahí es donde está el problema.
Pongamos como ejemplo el campo mexicano, a diferencia de otros lugares en el mundo, en donde las comunidades rurales han logrado organizarse para potenciar en su región un servicio o producto estrella, nosotros no podemos hacerlo.
Nadie pone en duda la enorme calidad de los productos mexicanos. Somos nosotros, nuestras organizaciones, cooperativas, asociaciones, coyotaje, competencia desleal y un largo etcétera, lo que nos tiene estancados, no solo en el campo sino en otros nichos de la economía. Simplemente no podemos ponernos de acuerdo.
Ejemplos exitosos sobran, tenemos comunidades rurales en malasia, China e India, que han salido adelante en base al desarrollo de TIC´s.
El orégano ha cambiado la vida de comunidades en República Dominicana, lo mismo pasa en Chile y Argentina con la Vid.
No vayamos tan lejos, el Gobierno municipal de Torreón ha comenzado la interacción en la zona de Jimulco, para lograr establecer un proyecto innovador que permita el desarrollo y consolidación de nuevas economías en torno al orégano.
Necesitamos más participación de gobierno, más involucramiento de la academia y más disposición de la sociedad para buscar alternativas de desarrollo, bien organizado, que generen oportunidades de prosperidad en nuestra comarca, la innovación social es el siguiente paso para crecer, aprovechémoslo.
