Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y en estos tiempos, en la era de las redes sociales, una imagen queda para siempre.
La semana pasada, el gobierno federal exigía se dieran a conocer las primeras indagatorias en el caso Lozoya, ese gran distractor que llegó justo en el momento en el que la crisis sanitaria llegaba al punto, que el mismo subsecretario López-Gatell califico como catástrofe.
Como era de esperarse, para beneplácito principalmente de nuestro Presidente, un video y una declaratoria, supuestamente “confidenciales”, comenzaron a circular por arte de magia en internet.
Las benditas redes sociales se saturaron de declaraciones y nuestro tlatoani nacional no cabía de gusto.
Negando cualquier nexo con la “casual” filtración, López Obrador dedico un tiempo considerable para montar un teatro absurdo en el que se mostró asustado y contrariado por las declaraciones vertidas en un documento, que según él no pudo terminar de leer, porque a nuestro presidente le causan pesadillas las declaraciones de un exfuncionario, mientras que el sufrimiento de 60,000 familias que han perdido a un ser querido a causa del covid19 o los nuevos millones de mexicanos sumidos en la pobreza, pues le hacen lo que el viento a Juárez.
La 4T encontró en un video las supuestas pruebas de corrupción que tanto había esperado. Un video en el que vemos a dos hombres, desconocidos para la mayoría del público, recibiendo dinero en maletas, sin conocer su procedencia y con diálogos que no aclaran gran cosa, además resulta necesario crear una historia que nos explique lo que está sucediendo. Y una declaración, que deberá de sustentarse con pruebas para no terminar solo en dimes y diretes.
Casi de inmediato, este gran circo, tuvo una segunda función, en esta ocasión vemos a dos personajes con mayor presencia, el ahora nuevo hermano incómodo del presidente, Pío López y la estrella por un día de David León Romero.
Este vídeo si cuenta con diálogos explícitos y se especifica el fin del dinero entregado.
Ni hablar, nada dura para siempre y nuestro dirigente federal, tuvo que salir a justificar la acción de su hermano con una serie de argumentos dignos de una telenovela chafa, cuándo habla de sus adversarios siempre será corrupción, cuando se trata de él o de la familia de Morena, siempre será el apoyo del pueblo justo y sabio.
Sin embargo, por más que nuestro gobierno se esfuerce, de aquí en delante cada vez que se hable del video de Lozoya, se hablará indudablemente del vídeo de Pío.
Lo que empezó como una estrategia para enaltecer la imagen de AMLO, colocándolo al nivel de némesis de los corruptos funcionaros públicos de gobiernos anteriores.
Termino siendo una sacudida para el Presidente, al que no le quedó de otra más que aceptar en silencio, lo que ya todo mundo sabe, que esta administración arrastra los mismos vicios de siempre, solo que con más circo y con más torpeza al momento de hacerlo mediático.
Es la misma gata, nomás que revolcada.