Por más que uno le busca y le busca, no podemos encontrarle la cuadratura a toda la sarta de “ilusiones” que día a día nos vende nuestro Presidente. En su segundo informe, los autoelogios no se hicieron esperar.
El jefe del ejecutivo federal ( no pongo sus siglas hasta saber si no infrinjo los derechos de marca registrada), no dudo en decir que “ en el peor momento contamos con el mejor gobierno “.
El mejor gobierno, que tristemente es puesto de ejemplo, en la comunidad internacional de lo que no debe hacerse en una pandemia. El mejor gobierno con casi 70,000 fallecidos a causa de una crisis, para la que estábamos preparados meses antes de que llegara.
Con una economía por los suelos y unos niveles de inseguridad en lo máximo, nuestro tlatoani presumió las remesas y los descensos en el dólar y la gasolina, algo en lo que nada tiene que ver, por el contrario tenemos un déficit presupuestario enorme, debido a que nuestra máxima divisa que es el petróleo no ha logrado en todo este año llegar a su precio de referencia.
El mandamás de México vive en una realidad alterna. De lunes a viernes acude a su cita psicoterapéutica en donde explaya sus sentimientos y rencores hacia los enemigos de México.
En esas sesiones de desahogo emocional, llamadas mañaneras, se nos describe un México que no conocemos. De pronto estamos en el país de las maravillas, y no es Alicia quien nos guía, sino el sombrerero loco.
No quiere contrapesos y no soporta las críticas, cegado por su soberbia, no repara en utilizar los recursos presidenciables para criticar y denostar cuando algo no le conviene.
Si se le cuestiona, hace berrinches y se “calienta”; critica a las redes sociales, pero tiene preparados a todo su ejército de AMLOvers, quienes cegados por el fanatismo salen en defensa de su mesías. Esa persona es quién nos dirige, en eso se ha convertido nuestra figura presidencial.
Tenemos un capitán de barco sin brújula y con una tripulación de miedo. Pero en el país de las maravillas, todos son felices. La corrupción no existe en ellos; todos los demás son culpables, pero Pío y Bartlett son unos santos.
No se guardan los rencores, pero consultaremos si podemos enjuiciar a expresidentes. No toleramos la impunidad, pero nos aventamos un culiacanazo. Ese es el país en el que vivimos.
Con un número indeterminado aún de empleos perdidos, con una cifra de fallecidos por Covid19 alarmante, una crisis económica no vista en casi un siglo y una pesadilla en el poder, México camina a ciegas por el camino de la 4T y sus “maravillas”.