Ha pasado ya la efervescencia de las elecciones en Estados Unidos, como se anticipaba, el vicepresidente Biden, logro derrotar en las urnas al actual Presidente Trump.
Este triunfo, ratificado en las urnas, todavía sufrirá algunos desgastes por la terquedad del ególatra Trump, quien fiel a su estilo, no acepta el resultado, acusa de fraudes imaginarios y se aferra a quedarse en la casa blanca como sea.
Esta situación, ocasiona que la tensión social aumente con nuestros vecinos del norte.
Los partidarios de Trump, en su mayoría norteamericanos radicados en pequeñas poblaciones, mayoritariamente blancos y con un nivel de escolaridad bajo, representan a ese modelo de supremacía blanca, que detesta los cambios y que representa un peligro latente de inconformidad social.
La nación norteamericana se encuentra muy polarizada, los excesos del populismo de Trump, lograron su objetivo y lo que en principio se vislumbraba como una derrota contundente, terminó, a pesar de la misma, por darle la razón a las loqueras del presidente.
Más de 70 millones de personas querían que él continuara en su silla, esto demuestra que el populismo funciona. Lo sorprendente es que aún y con sus acciones en contra de los migrantes, su aprobación creció dentro de las minorías latinas.
La demagogia, es una estrategia que embebe y envuelve a quien la práctica y en ocasiones lo saca de su contexto. Trump gobernó con caprichos, loqueras y sinsentidos, pero sobre todo con mentiras.
La situación de Estados Unidos no es la que el pintaba en sus conferencias, para muestra podemos ver la desastrosa estrategia de contención de la pandemia.
Esto le paso factura y muy cara, el colmo llego cuando en un afán de justificar su supuesto fraude, las cadenas norteamericanas cortaron abiertamente su mensaje por considerarlo infundado y propenso a las confusiones, debido a sus inconsistencias.
La situación es complicada, nuestro país vecino está al borde de una crisis social ocasionada por un loco que solo ve su realidad, esa es una lección que debemos tomar en cuenta.
Nuestro país también tiene una polarización importante y un demagogo que día a día solo cree en sus datos, valiéndole gorro la situación real de una nación.
Tomemos nota de lo que pasa en otros países, cuando la fe ciega y carente de objetividad es depositada en caprichosos que se aferran a una realidad que solo ellos conocen.
