Este fin de semana al menos 34 personas murieron y más de 50 resultaron heridas, como consecuencia de 4 tiroteos en distintos puntos de la Unión Americana.
La ciudad del Paso, Texas, una de las regiones más seguras en los Estados Unidos, atestiguo la mayor masacre de personas de origen mexicano en Estados Unidos.
La historia norteamericana está cargada de actos de odio hacia los considerados diferentes.
No podemos olvidar los pasajes de esclavitud, supremacía blanca, fundamentalismo y leyes racistas que han permeado en todo momento en la sociedad norteamericana.
Si a eso sumamos discursos de hostilidad hacia el migrante, provenientes de la misma figura presidencial, la cosa se complica.
Por azares del destino, este fin de semana estuve con mi familia en el Paso, Texas y me hospedé precisamente en la zona de Cielo Vista. Fuimos testigos del dolor, el caos y la incertidumbre que un acto de esta naturaleza desemboca en el contexto social. Las primeras horas del sábado estuvieron llenas de temor por lo que estaba sucediendo.
El Walmart de Cielo vista y el centro comercial del mismo nombre, eran precisamente los lugares de referencia en esa mañana, tanto para mi familia, como para nuestros compañeros de viaje.
Afortunadamente todos tuvimos alguna situación, que nos impidió acudir en ese momento al centro comercial, sin embargo, no pudimos ser ajenos a lo que estaba sucediendo. El despliegue policiaco fue inmediato, el FBI, los U.S. Marshals, los paramédicos, bomberos y sociedad en general, se organizaron rápidamente para auxiliar a los heridos.
El caos era natural, las familias estaban separadas, los comercios cerraron sus puertas, con todos los clientes dentro de sus establecimientos, resguardándolos, pero aumentando la incertidumbre.
La ciudad se encontraba paralizada y aterrorizada, el miedo se percibía en la gente.
La noticia del tiroteo nocturno en Ohio, no hizo más que incrementar el pánico.
Ese día, 22 personas perdieron la vida, a manos de un “supremacista blanco”, que recorrió todo un estado para contrarrestar, lo que él llamó, la “invasión hispana”.
Es muy triste lo sucedido, a pesar de eso, hay mucha gente que se solidarizó con el dolor de las víctimas hispanas, muchos estadounidenses mostraron su afecto por el migrante, por los mexicanos en sí, y apoyaron en todo momento su estadía en los momentos de más confusión.
Mi respeto por las autoridades texanas, su accionar fue impecable y sin distingo, ojalá el presidente Trump, pudiera aprender algo de ellos, deje de decir idioteces y entienda como manejar una política migratoria, sin incitar al odio. Por el bien de todos.