La credencial de elector ha sido un instrumento axial en la democracia mexicana. Garantiza que no exista doble voto, que no voten los muertos, que no haya carrusel electoral y algunas otras prácticas parroquiales y fraudulentas de una cultura política que tuvo su apogeo hace 40 años. La INE –está tan arraigada en nuestra idiosincrasia que así, sin más, es como la conocemos– es un instrumento sofisticado, confiable y seguro.
La inversión y el bien social de la INE y el padrón electoral han provocado que otras instituciones del Estado mexicano soliciten al INE su colaboración para diversos trámites, por ejemplo, y el más delicado, la identificación de cuerpos. Las solicitudes de este tipo han sido más de 19 mil. El padrón electoral es la base de datos de identificación más grande de México. Incluso en algún momento se propuso que el INE generara identificaciones para menores de edad, lo que hubiera significado un avance en los derechos de identidad y políticos de los menores de edad, pero no se avanzó en esa ruta.
La idea de tener una identificación nacional distinta a la de votar no es nueva, sin embargo, con la crisis de desaparecidos volvió a tomar fuerza y se propone la creación de una CURP con datos biométricos. Ante esto, el INE declaró que los datos biométricos del padrón electoral no serán transferidos a ninguna institución por lo que, si prospera la idea, la CURP tendrá que crear su propia base de datos y tendremos que ir a un módulo a tomarnos la fotografía y capturar huellas. Que una institución gubernamental concentre los datos de identidad en un país donde el uso de programas sociales con fines políticos ha sido una gran problemática, no es la mejor idea en términos político-electorales y protección de identidad.
¿Qué se puede hacer? Tenemos dos rutas: 1.Que las bases de datos del pasaporte, CURP (que ya viene en la INE) y la misma INE sean interoperables garantizando su protección por una Agencia de Protección de Datos Personales, con responsabilidad de cada dependencia de manera que se conserve su autonomía; y, 2.Aprovechar la inversión e innovación pública existente y agregar a la INE los datos necesarios para reconocerse como identificación nacional oficial. Ambos caminos requieren de voluntad y cooperación interinstitucional para evitar que le crezcan las piernas, otra vez, al ogro filantrópico.