Desde el pasado mes de marzo Natalia luchó constantemente con su señal de internet; desde su celular intentó realizar los trabajos que día a día aparecían en su chat; para mayo la situación era casi insostenible, una cargada de obligaciones la orillaban al llanto y, por momentos, pensó en dejar la escuela. Después de una plática terapéutica, y el apoyo de sus compañeros escolares, tomó la rienda de su vida laboral y continuó dando sus clases a través de múltiples plataformas. En julio logró entregar calificaciones y mantener el orden en su vida personal y el buen trato con sus estudiantes.
En los últimos meses el ala docente del país ha estado más tiempo frente a una pantalla que cualquier adolescente contemporáneo; la pandemia trajo consigo una radical reestructuración del sistema educativo y, aunque parece exagerado, es probable que no regresemos al modelo anterior nunca más. Ahora todos, tanto estudiantes como docentes tienen en su haber múltiples cursos para trabajar de manera remota. Sin embargo, y especialmente en el nivel superior, aún existen detalles de peso, como los vividos en la licenciatura en gastronomía, que basa gran parte de su instrucción en laboratorios de cocina.
Hasta el ciclo pasado, algunas escuelas optaron por que sus profesores y alumnos realizaran la preparación de recetas por medio de videos. Al puro estilo de la icónica Chepina Peralta, se iban dictando ingredientes y pasos a realizar. Dejando a la imaginación olores, sabores y texturas. Lógicamente esto no cayó nada bien tanto en autoridades como en padres de familia y estudiantes, ya que se dejaba un sentimiento de engaño, pagar por una colegiatura o inscripción por tomar clases en video; lamentablemente los tiempos no daban mucho margen de maniobra.
Para este nuevo ciclo escolar las estrategias no cambiaron del todo, aún se está en espera de que las autoridades permitan el regreso a las aulas, pero difícilmente se tendrá la misma confianza para el ingreso a estas. Del mismo modo se espera que se reanuden las prácticas en restaurantes u hoteles, pero los empresarios del ramo restaurantero tampoco tienen buenos bríos. Además de los requisitos que ya se solicitaban, como por ejemplo certificados médicos y un mínimo de experiencia, ahora se debe presentar pruebas de Covid-19 o cartas responsivas, además de un constante monitoreo por parte de los practicantes y las propias universidades. Todo un lío.
La educación a distancia es todo un reto para el cual nunca, nadie, se preparo como medida de contingencia; en tiempos pasados se hablaba de las virtudes de esta enseñanza para aquellos que, por motivos laborales o de residencia, no podían estudiar de manera presencial, ahora esta modalidad se convirtió en un salvavidas, al cual se le exige mucho, pero se le concede poco.