Una mañana muy agitada se vive en el campus, el ambiente se llena de expectativas, emociones y nerviosismo. Poco a poco se van ocupando los asientos, mientras los encargados coordinan, acomodan o simplemente observan el suceso. El motivo de aquel evento es simple, pero también fundamental e identitario. Un símbolo culinario, desde hace cuatro años, tiene su día de hablar de él, comer de él y repensar en él.
Este año el Día Nacional del Maíz significó, para muchos, más que una conmemoración, ya que representó el reencuentro con sus fieles seguidores. En diversos espacios, desde el año pasado, ya se habían organizado festividades, conferencias, muestras gastronómicas, entre muchas otras actividades. Pero, en algunos centros académicos no se había podido realizar de este modo. Se tuvo que esperar un año más para cumplir ese deseo.
El jueves pasado el Centro Universitarios UAEM Tenancingo logró romper con la maldición del covid-19, y reintegró a sus actividades presenciales el 6to festival del Día Nacional del Maíz. En esta edición se procuró mantener algunas dinámicas tradicionales, un par de actividades en línea, como lo fue una conferencia y una presentación de platillos virreinales. Pero, también, una conferencia presencial y una muestra gastronómica de cocina latinoamericana. En todos los casos, la comunidad universitaria tuvo una participación expectante. Aunque, sin lugar a duda, el evento estelar fue la máxima atracción, un concurso de cocina.
En las primeras ediciones de esta festividad se buscaron talleres para los estudiantes, con el objetivo de que se conocieran variedades, aplicaciones o métodos de elaboración por parte de profesionales. Caso contrario con este año, donde dicho concurso de cocina buscó, tanto acaparar la atención de la comunidad como encaminar a las nuevas generaciones a participar en este tipo de competencias.
Otro aspecto innovador fue la conformación de los equipos contendientes, ya que debían incluir a estudiantes de nuevo ingreso, de esta forma se enrolaba de manera temprana a las recién llegados. Y, para finalizar, la creación de platillos fue todo un reto, pues a través de una canasta sorpresa se les hizo llegar la materia prima para elaborar su platillo, con un tiempo límite de hora y media. El resultado fue sorprendente en todos los casos, pues, a pesar de la premura, los platillos resultaron satisfactorios, al grado que los tres primeros lugares se decidieron por décimas en las evaluaciones de los jueces.
La conmemoración de esta fecha representa la continua lucha y preparación para conservar uno de los alimentos más representativos del México, el maíz. Pero también debe abrir la puerta para la innovación, desarrollo y evolución en cuanto a técnicas, trabajo y presentación de los ingredientes base de la dieta mexicana, esto nos permitirá reinventarnos, sin la necesidad de buscar lo novedoso fuera de nuestro territorio.
Benjamín Ramírez