Doce segundos le bastaron para comprender la noticia. Entre miradas difusas y reordenamiento de ideas entendió que la vida es fugas. Los titulares dicen que los fogones están de luto, que se han ido los impulsadores de la Comida Mexicana, así, en mayúsculas. La noticia se ha esparcido como pólvora y en cada esquina se puede escuchar el sollozo de los dolidos. Sin premeditarlo, despedimos al segundo de los dos Promotores de la Cultura Alimentaria Mexicana, así, en mayúsculas. Mientras conmemoramos las doce plumas de este espacio.
En aquel lejano 22 de diciembre de 2018 compartíamos una pizca de la vida, mientras sufríamos por su partida, de Edmundo Escamilla, historiador que encontró un gusto especial por la comida, su historia y la relevancia de ambas en estos tiempos modernos. Curiosamente hacíamos referencia de la muerte de otro pilar de la cocina mexicana, Patricia Quintana. Hoy simplemente contemplamos, en medio de la tragedia, como Yuri de Gortari, gustoso y estudiosos de las Letras Españolas, emprende el viaje para reunirse con su compañero, confidente y querido Edmundo. Si bien ya se ha dicho mucho, o todo, respecto a la relevancia y legado que dejan ambos en la cocina mexicana.
Cabe mencionar que más allá de sus conocimientos y enseñanzas, dejan testimonio de la vieja escuela de cocineros. En una entrevista concedida a Javier Solórzano, Yuri de Gortari platicaba sus primeros pasos en la cocina, y mencionó que fue a través de un sueño donde imaginó como preparar una gelatina, lo que despertaría en él su gusto por la cocina. Años más tarde aquel sueño se haría realidad bajo el concepto de La Bombilla, un restaurante que tenía como referencia un pasaje histórico Posrevolucionario.
Aquel que se definiera como cocinero, comenzó su vida televisiva haciendo segmentos que llevaron por nombre “El comal que marca las horas”, en donde la charla alimentaria estaba conducida por un ingrediente, platillo o escenario culinario, como los mercados. La dupla YuriEdmundo, fincó su proyecto de difusión de la alimentación mexicana por tres flacos, la televisión, la educación y las cenas temáticas, que tuvieron su mayor ímpetu con aquellas efectuadas en el Castillo de Chapultepec, en el marco de los festejos del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución.
El metate quedará acomodado como la última vez que se usó; aquella filipina con decorados alusivos a la charrería mexicana permanecerá inmóvil y tímidamente doblada en el cajón. La cultura alimentaria mexicana le da las gracias a aquellos que gastaron su vida en pro de mantener vivas sus tradiciones. Así termina una época, pero deja a su paso los pilares para seguir estudiando el porqué, y desde cuándo, de lo que comemos.