Cultura

La sonda asesina de Pemex

El infierno que Pemex provocó en el Golfo de México es un crimen ecológico, social y ético. Es inimaginable la cantidad de seres vivos, peces, tiburones, plantas, ecosistemas completos que murieron a causa de un progreso que ni siquiera existe, porque Pemex es una empresa cara e ineficiente, que destruye los lugares por donde pasa: playas, océanos, poblados, su huella es decadencia, suciedad, aridez.

El mito de progreso está agotado, ese término que durante siglos se ha considerado axiomático, que se ha usado como permiso para masacrar a la naturaleza, se vuelve en nuestra contra, lo que se destruye resulta irremplazable. No hay forma de reparar la catástrofe que han provocado en el Golfo, es una tragedia irreversible, y con cinismo declaran que “no hubo heridos”, ¿y los ecosistemas aniquilados? Esos para Pemex no existen, porque así funciona el progreso, no existen más intereses que los suyos, no existen más beneficios que los inmediatos, y el futuro que tanto buscan, está aquí en ese dantesco paisaje.

El progreso como se ha entendido durante siglos se alimenta de su propia destrucción. Debemos replantear el progreso como un proceso de creación, que los pasos no dejen consecuencias secundarias más terribles y costosas que el supuesto avance que promueve.

La construcción del Tren Maya que extermina la selva maya, la petrolera de Dos Bocas, que como esta plataforma hará todo el daño que sea necesario para existir, es antihumano pagar un precio criminal para beneficiar a una idea obsoleta de progreso y para satisfacer la egolatría del poder de perpetuar su nombre.

Es desolador mirar esas imágenes, es deprimente pensar en esos seres aterrorizados, animales sin escapatoria porque los humanos llegamos a este planeta a explotarlo, a tratarlo con violencia, en una voracidad inmoral.

La ideología es el argumento del progreso, es decir, su funcionamiento no se rige por razones lógicas, ni siquiera de costo-beneficio, es conducido por la ideología en el poder. Carece de perspectivas a largo plazo porque responde a las necesidades ideológicas de ese momento.

Nos dicen que Pemex analiza la “causa-raíz” del “accidente”, no es un misterio: La “causa-raíz” es que esa planta está ahí, negando que está probado con decenas de accidentes irreparables, de distintas compañías petroleras, que esas plataformas en el mar, son crímenes ecológicos. No hay “accidente”, hay la decisión premeditada y en nombre del progreso, de llevar un agente contaminante y destructor al océano.

Es obsceno lo que sucedió y es obscena la reacción de los involucrados: el gobierno, Pemex y sus aliados “ecologistas”, mercenarios oportunistas. Esta forma de progreso es antihumana, somos los causantes de nuestra extinción. En el momento en que desaparezcamos del planeta regresará la paz y la abundancia.


Avelina Lésper


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Avelina Lésper
  • Avelina Lésper
  • Es crítica de arte. Su canal de YouTube es Avelina Lésper
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