En un océano de contenido donde lo repetido se viraliza más rápido que lo auténtico, ¿cuánto vale hoy una idea original?
Facebook, la red social que muchos ya veían como una plaza pública vieja y en desuso, con tres mil 300 millones de usuarios a nivel mundial, ha dado un golpe de autoridad que podría cambiar el rumbo del ecosistema digital: su nuevo algoritmo comenzará a degradar el contenido “no original”.
En otras palabras, castigará a quienes viven del copy-paste constante y premiará a quienes se atreven a crear desde cero.
La lógica parece sencilla: si alguien dedica tiempo, ingenio y sensibilidad para producir un video, una imagen o una reflexión, ¿por qué habría de compartir escenario con perfiles que simplemente replican ese contenido sin atribuirlo ni transformarlo?
Sin embargo, en esta economía de la atención donde lo que importa es ser visto, el plagio disfrazado de “curaduría” se ha vuelto rutina. Basta entrar a cualquier red para ver el mismo video circulando en diez cuentas distintas, con apenas un cambio en el emoji o en la música de fondo.
¿Dónde queda, entonces, la voz del autor?
Facebook ha dicho que las cuentas que abusen de contenido ajeno perderán acceso a monetización y verán reducida su visibilidad. Incluso, cuando detecte videos duplicados, la plataforma añadirá enlaces que redirijan al creador original.
El fondo de esta medida va más allá de proteger derechos. También apunta al auge de los replicantes digitales: videos clonados por inteligencia artificial, deepfakes que imitan a influencers populares, bots que generan contenido en masa.
Si ya no podemos confiar en que lo que vemos viene de una mente humana real, ¿qué le espera a la autenticidad en redes sociales?
Instagram y YouTube han tomado medidas similares. Lo que antes era tierra de nadie, hoy se convierte en territorio vigilado. Es una buena noticia… salvo para quienes han confundido la viralidad con la virtud.
Quizá estemos entrando a una nueva era digital donde el verdadero valor no será acumular seguidores, sino conservar la voz propia.
Ustedes, ¿prefieren ser solamente un eco o autores originales?
