La globalización es un fenómeno que ha impactado al mundo de forma contundente,pero en particular a nuestra región. Este fenómeno ha provocado, no sólo un marcado aumento en el comercio internacional, sino también en intensos flujos migratorios. Vastos contingentes de población se han venido desarrollando hacia lugares fuera de sus países de origen buscando trabajo en economías más desarrolladas. México no es la excepción en este aspecto; de hecho, esto ocurre en ambos sentidos como expulsor de mano de obra y de ejecutivos de alto nivel y al mismo tiempo como receptor de migrantes de otros países, una parte mayoritaria de ellos centroamericanos.
En los últimos años millones de mexicanos han abandonado su tierra natal en busca de mejores oportunidades de empleo o por razones de seguridad para cuidar de su propia integridad.
Varios analistas han enfrentado este tema con el objeto de estudiar las causas que motivaron al mexicano a dejar a su país y buscar nuevas oportunidades. Daniel Krause, un joven y destacado autor, plasmó su opinión sobre los mexicanos que han tomado la opción de abandonar nuestro país. Él planteaba su molestia hacia aquellos mexicanos que viven fuera de México, y que además de no añorar a nuestra nación, no planeaban regresar; cerraba su comentario con esta frase, “hay una responsabilidad ya que la patria no se hereda, se hace, y no se hace desde afuera”. Él pensaba que el migrante que vive fuera de nuestro país huye porque México le incomoda, y en vez de enfrentarlo, le parece más fácil destruir que construir. En algunos aspectos comparto los argumentos de este escritor, pero en otros no, ya que en este último mes tuve la oportunidad de conocer, convivir y analizar la problemática que rodea a los paisanos que han cruzado nuestra frontera. En esta experiencia pude comprender la situación de mexicanos que buscan nuevas oportunidades de trabajo que aquí no pudieron encontrar, y en la que tienen que enfrentar todo tipo de adversidades que comprenden su condición de migrante.
Asimismo, pude adentrarme a la condición de los mexicanos que ocupan lugares ejecutivos de alto nivel en el extranjero y que han tenido que adaptarse a la situación que marca la sociedad donde se desenvuelven. En ambos casos encontré un elemento similar, se comparte una gran añoranza por nuestro país, sus familias, tradiciones, cultura, música, comida, religión, en pocas palabras por todo lo que comprenden nuestro bello México.
