Este 8 de marzo nos encontramos en cada rincón del país con un color violeta y esto nos lleva a pensar en un movimiento vivo feminista, lleno de diferentes matices que lucha por cambiar la difícil realidad que viven las protagonistas de este día y hacer frente las cuentas pendientes que la sociedad y el mismo gobierno, en sus tres niveles, les adeudan.
Como las olas del mar es necesario pensar en el feminismo en México, así lo manifiesta Gabriela Cano, la primera ola se organiza en torno al movimiento por el sufragio femenino a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, que se gesta con el Primer Congreso Feminista de 1916 en Yucatán. El Frente Pro-Derechos de la Mujer fue una de las organizaciones más importantes dentro de ésta primera ola, y se buscaba atender los derechos de trabajadoras campesinas y la lucha por el sufragio, que logró establecerse en México hasta el sexenio de Adolfo Ruiz Cortines en 1953, y se logró tardíamente con relación a otros países de la región
La activista inglesa Emmeline Pethick explica el origen del color violeta: “El violeta, color de los soberanos, simboliza la sangre real que corre por las venas de cada luchadora por el derecho al voto, simboliza su conciencia de la libertad y la dignidad”. Sin embargo, la explicación más extendida, y la que suscita más consenso entre las mujeres que hoy en día participan en las movilizaciones feministas, asocia el color violeta a un suceso trágico que impulsó las primeras grandes protestas feministas: el 25 de marzo de 1911, más de 140 trabajadores de la fábrica téxtil Triangle Shirtwaist de Nueva York perecieron en un incendio. La mayoría de las personas que fallecieron eran mujeres jóvenes inmigrantes, de procedencia judía e italiana, que confeccionaban camisas de hombre. Estas prendas, supuestamente, eran de color lila. Las condiciones de trabajo eran durísimas: las chicas trabajaban diez horas diarias y otras siete los sábados por un salario ínfimo.
Las mujeres son las principales víctimas de discriminación y violencia ejercidos contra ellas. El asesinato de mujeres en México cobró notoriedad internacional en 1993, cuando se comenzaron a denunciar públicamente los casos de mujeres ultimadas en la fronteriza Ciudad Juarez, al norte de México. El feminicidio es un término que escuchamos comúnmente en las noticias y no es otra cosa que la representación más extrema de la violencia contra ellas. Ha llegado a ser un término muy usado en nuestro país y que refleja el grave peligro que toda mujer enfrenta en México.
Al cierre de 2022, en México la violencia contra las mujeres alcanzó cifras históricas en al menos cinco delitos, aunado a un alza considerable en las llamadas de auxilio por diversas violencias de género. Hay mucho por hacer, toda esta energía tiene que transformarse y provocar cambios. Esta manifestación color violeta, no puede quedar flotando o ser absorbida por las frondosas jacarandas que adornan nuestro país.
El estado debe de comprometerse para facilitar el acceso efectivo a la justicia de todas las mujeres del país y fortalecer las acciones de prevención, protección, atención, investigación, persecución, sanción y reparación integral.
Hace 150 años, el pintor francés Édouard Manet anunció que por fin había descubierto el verdadero color de la atmósfera, “el aire fresco es violeta”. Para tener un nuevo rumbo, es momento de llenar el país de aire fresco, de color violeta.