En esta época es frecuente encontrarnos con algunos animales nocturnos que merodean por las zonas habitacionales buscando alimento y también intentando realizar sus funciones vitales, pero como suele suceder, nos gana el temor, la ignorancia, la falta de respeto a los seres vivos y los atacamos considerando que son “de mal agüero” como sucede con los búhos, las mariposas cuatro espejos o los valiosos murciélagos, que son polinizadores por excelencia, controladores de plagas que no atacan a los humanos y menos se alimentan de su sangre aunque las pocas especies hematófagas lo hacen del ganado.
También encontramos ardillas, aves, cacomixtles y zarigüeyas, mejor conocida esta última como tlacuache; todos, poco considerados por las preconcepciones y temores.
Estos seres vivos de hábitos nocturnos han sufrido la pérdida de su hábitat por el desmedido y mal planeado crecimiento urbano, ya que estamos invadiendo sus espacios, incluso el aéreo con la construcción de enormes edificios que nos disgusta que se ensucien por el excremento de las aves.
Con este panorama es conveniente reflexionar sobre lo excepcional y adaptables que es esta parte de la biodiversidad con la que compartimos, siendo referencia un mexicanísimo mamífero que coexiste en las áreas urbanas y es parte del imaginario, la zarigüeya o tlacuache (didelphis marsupiales).
Este simpático animalito se reproduce en primavera, y sale con la oscuridad para alimentarse con mayor énfasis con los residuos de frutas, granos, insectos roedores, etcétera, pues traerá al mundo otros pequeños tlacuachitos que estarán fijos durante aproximadamente dos meses a las 13 glándulas mamarias maternas que se encuentran dentro de una bolsa o marsupio; es decir, los tlacuaches son marsupiales, primos de canguros y koalas, y son poco comunes.
El tlacuache es casi como un gato pequeño y a veces se confunde con una rata de mayor tamaño, sin embargo, no ataca a las personas, es tímido y tiene una curiosa estrategia: si es atacado o considera que se encuentra en peligro, finge estar muerto.
Este exclusivo marsupial mesoamericano, cuyo nombre en náhuatl tlacuatzin significa “comelón” o que “come cosas”, se utilizaba para remedios desde la época prehispánica en particular su cola, como laxante.
Además de su importancia en el ecosistema, el tlacuache, tiene un gran valor propio que necesitamos conocer, respetar y proteger.