En su carta de renuncia como secretaria de cultura del gobierno de Jalisco, Giovana Jaspersen argumenta: “Acepté buscando ser congruente al gesto, con la convicción del servicio público como una vocación honrosa en la que es imperioso tomar decisiones responsables, inteligentes y en conjunto para trazar un rumbo sólido. Esta misma congruencia me hace tomar la decisión de presentar hoy mi renuncia irrevocable (…) Por lo que, en esta crisis mundial, especialmente atroz en mi sector y frente al histórico recorte presupuestal que impide seguir el camino trazado, es imperioso para mi estar donde pueda sumar más y de la manera más digna y profunda”.
Así las cosas, sólo puedo percibir en esta misiva una falta de congruencia con los principios (que yo llamaría excusas) en esta toma de decisión, puesto que ese deseo “imperioso de estar donde pueda sumar más y de la manera más digna” lo era precisamente en esta institución donde Jaspersen buscó ser congruente en el servicio público, aun y a pesar del recorte presupuestal, a sabiendas de que es ahí precisamente donde se demuestra el “tomar decisiones responsables, inteligentes (…) para trazar un rumbo sólido”. El resultado fue todo lo contrario: abandonó la nave.
Crisis mundial, atroz para la cultura, cierto, es una realidad que estamos viviendo, y no es la primera vez ni será la última. No hay que olvidar que la Historia nos enseña a corregir, y en su caso aplicar, acciones que en el pasado llevaron a buen puerto nuestros ideales. Así lo evidencian las dos guerras mundiales, donde la cultura se vio herida de muerte durante los años del conflicto bélico, y con todo, los artistas y creadores de la primera mitad del Siglo XX supieron tomar decisiones responsables e inteligentes que los llevaron a sumar más y de la manera más digna y profunda. Aun y a pesar de la crisis mundial de aquellos años la producción artística no cesó en ningún momento; es más: fueron episodios significativos para el arte con el surgimiento de los modernos y sus tendencias estéticas: Abstraccionismo (1910); Dadaísmo y Surrealismo (1916); Cubismo (1907-1920); Escuela de la Bauhaus (1918); Dodecafonismo (1920). Estos movimientos, como otros, surgen en la nebulosa crisis de la Primera Guerra Mundial. Años después, con la Segunda Guerra, la depresión no será excusa para que también surjan nuevas propuestas artísticas: Expresionismo abstracto (1940); Neorrealismo en el cine italiano (1945); Serialismo Integral, en la música (1945); Sonidos concretos (1948); Vanguardia de Postguerra (1950).
Desde el Cabaret Voltaire (1916) en Zurich (Suiza) y sus experimentaciones estéticas, hasta el castillo de Darmstadt (1945) en Alemania con la exploración serial en los sonidos, los artistas y creadores no se rindieron ante la adversidad e incertidumbre existencial con escasos presupuestos para trabajar. Lo demás son simples excusas.