La música de concierto que se escribe actualmente en México refleja un atributo de contenidos sonoros de buena factura. Como antecedente sobra decir lo que representa nuestra vasta tradición musical en tiempo histórico y extensión territorial cuando enfocamos nuestra atención a los tiempos actuales y descubrimos en la transición modernidad/postmodernidad una generación de jóvenes compositores mexicanos que han contribuido al desarrollo de la creación musical, y de paso figurar con su obra en el mapa mundial.
Nuestra referencia para llegar a conocer y reconocer su trabajo la encontramos en aquellos maestros que, habiendo desarrollado una exploración en torno al sonido como ente natural, nos enseñan a través de su marco teórico esta permanente investigación de la materia acústica. En este sentido no puedo pasar por alto el nombre de Julián Carrillo (1875-1965), considerado como el eslabón perdido para entender el actual concepto del espectro sonoro y su fragmentación armónica. Estamos hablando, por supuesto, de su teoría del Sonido 13 y el microtonalismo, un vínculo directo al ser reivindicado por varios compositores de la postmodernidad. Nuestro compositor e investigador Julio Estrada (1943) y el francés Jean-Étienne Marie (1917-1989) contribuyeron en gran medidad a la recuperación y puesta en práctica de la teoría física de Carrillo.
Este vínculo no puede ser de la mejor forma sino ocupándome de aquellos compositores que continúan estos itinerarios, y a la vez muy cercanos a nosotros, puesto que nacieron en Guadalajara; o en su caso vivieron los años de formación en esta ciudad, y por lo tanto han tenido que ver con el entorno al cual pertenecen, sea en sus orígenes como jóvenes músicos hasta su transición hacia otros territorios donde algunos de ellos viven y ejercen su trabajo como compositores y docentes en conservatorios y universidades de América y Europa.
Tenemos el caso, por ejemplo, de Ricardo Zohn (1962), quien actualmente es profesor de composición en la Eastman School of Music de la Universidad de Rochester (Nueva York); Carlos Sánchez Gutiérrez (1964), también radicado en Rochester como profesor de composición en la Eastman School; Gabriel Pareyón (1974), residente por varios años en Manchester, Inglaterra y tiempo después en Helsinky, Finlandia, cumpliendo su labor de musicólogo; Marisol Jiménez (1978), activa compositora entre Alemania y Norteamérica; Juan Pablo Contreras (1987), recién invitado como compositor residente para la Orquesta de Cámara de Los Ángeles, en California. En todos y cada uno de ellos damos cuenta de lo que viene aportando la reciente generación de compositores del estado de Jalisco en este constante devenir artístico del Siglo XXI.