Cultura

Creación y Academia

  • Columna de Antonio Navarro
  • Creación y Academia
  • Antonio Navarro

El nombre de Ricardo Zohn (1962) bien puede representar a una generación de músicos jaliscienses que en plena madurez han obtenido el reconocimiento a su trabajo artístico.  Esto adquiere doble significado por el lenguaje que expresa a través de nuevas sonoridades que le permitan definir (si de eso se trata) un estilo personal; no sólo en su esencia musical, sino en la combinación experimentada de una instrumentación/orquestación de insólitas texturas tímbricas. Y en el caso particular de este compositor nacido en Guadalajara nos encontramos ante una representación clara de lo que hoy definimos como música contemporánea. Su temple de autor tiene  explicación por el hecho de haber sido discípulo del estadounidense George Crumb (1929); así lo describe: “(…) estaba yo en la biblioteca y alguien me entregó una partitura de Crumb, no podía creer lo que estaba mirando (…)”.  Un referente obligado para entender la evolución del arte que se produce actualmente en Norteamérica, territorio donde vive desde hace varios años el músico tapatío.

      A través de los años nos hemos convencido en aceptar y reconocer a Europa, ese viejo continente de caudal artístico,  como guía patrimonial en el estudio y/o perfeccionamiento  para la música en todas sus disciplinas, sosteniendo esa presunción en subestimar otras opciones académicas que permitan semejantes logros. Afortunadamente no siempre es el caso. Norteamérica ha forjado una historia musical en el género de concierto (música clásica) donde suman capítulos extraordinarios a partir del trabajo colectivo de sus compositores, alcanzando niveles igualmente meritorios en el área académica. No es casualidad entonces que haya decidido perfilar su carrera profesional como compositor y académico en el país vecino.

      El paisaje sonoro que se advierte en la obra de Ricardo Zohn es claramente poético, y no sólo por su gusto declarado hacia la literatura, sino por el resultado mismo de resonancias que emanan de sus partituras, amén de los títulos que le otorga a cada una de sus obras: Flores del viento, para voz y grupo instrumental, sobre un poema de Nezahualcoyotl (1990/revisada en 2013); Nuestro polvo, para flauta y arpa (2013); Cantiga del merolico, para flauta (1990/rev.2014). Asimismo, su discurso melódico y rítmico adquiere un desarrollo donde la combinación acústica  se traduce en motivos y frases con pausas entrecortadas que confieren una dinámica por demás lúdica y de contrastes auditivos entre los instrumentos que terminan por definir un carácter elocuente.

      Perspicacia para escribir música y vocación académica han otorgado hábito como destreza en la vida profesional del compositor jalisciense Ricardo Zohn-Muldoon. 

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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