La película francesa **Delicioso (Délicieux) me recordó que para la gastronomía y la culinaria utilizamos una serie de términos franceses como chef, restaurante, crepa, champaña, volován que ya sentimos nuestros y no escribimos en cursivas. Son términos que compartimos con muchas lenguas y que significan que la cultura gastronómica y el buen comer están ligados a las tradiciones de Francia. La película Delicioso abona a este conocimiento ya que narra la historia de un cocinero de “alta cocina francesa” que se convierte en chef de su propio restaurante, una nueva forma de cocinar y comer fuera de casa que, según el filme nació en el siglo dieciocho, al mismo tiempo que se gestó la revolución francesa. Con su aporte a la historia del origen de la gastronomía y su exquisita estética, el filme no es simplemente un relato sobre el cocinar y comer. De manera inteligente, sutil y elegante, nos lleva a conocer uno de los valores culturales de Francia que, junto a la moda, la estética, la literatura, la conversación, el arte y … el amor, forman el contexto y motivo de películas que enamoran al público.
El guionista y director de **Delicioso Éric Besnard había realizado varios filmes sobre distintos temas cuando cosechó un verdadero éxito con **La magia de los sentidos (Le goût des merveilles), también distribuida como **Pastel de pera con lavanda. El filme, que no trata únicamente del gusto por la comida, gira alrededor de la percepción en general y de la necesidad de desarrollar los sentidos para percibir a plenitud la riqueza del aquí y ahora. La historia de época que Besnard narra en **Delicioso bien puede haber nacido durante la producción de aquel filme ya que pone en el centro de la historia, el conflicto, desarrollo y desenlace, el gusto por cocinar y comer con refinamiento y el derecho de todas las clases sociales por gozar plenamente de la comida.
En una larga y maravillosa secuencia inicial observamos cómo las manos del cocinero Manceron (Grégory Gadebois) incorporan los ingredientes de una masa, la extienden, cortan y moldea pequeños volovanes a los que llamará Deliciosos. Un equipo de ayudantes, fogones en los que asan codornices y lechones e inmensas ollas con caldos llenan la cocina con vapor, olores y ruidos. Sigue el momento ritual de servir la comida a un grupo de comensales alrededor del Duque de Chamford (Benjamin Lavernhe) que presume el arte y la sazón de su cocinero al que llama para felicitarlo. Los comensales con pelucas y exquisitas vestimentas se deshacen en elogios hasta que el clérigo presente pide saber qué contienen los volovanes. Cuando se entera que son champiñones con papa, grita que la papa es para puercos y avienta el platillo al piso. Ofendido, Chamfort pide a Manceron que se disculpe pero la dignidad del cocinero no se lo permite. Manceron abandona el palacio y se convierte en cocinero de una posada, propietario de un comedor y finalmente chef de un restaurante al que atiende con su hijo Benjamín (Lorenzo Lefèbvre) y la aprendiz Louise (Isabelle Carré).
Aparte de describir el desarrollo de la gastronomía, la instalación de los primeros restaurantes y la democratización del buen comer, el filme traduce el atractivo de alimentos y el ambiente del comedor en imágenes que recuerdan pinturas del tipo bodegón y retratos de interiores populares. **Delicioso es un filme que se parece a su título y que el espectador disfruta como una rica comida en un exquisito restaurante francés.
Annemarie Meier