La película rusa "Sin amor", de Andrei Sviagvintsev ("Leviatán") reúne muchos de los elementos de las sociedades del siglo XXI: egocentrismo, negligencia, carencia de amor, frivolidad y crisis familiar cada vez más profunda.
El matrimonio formado por Zhenia (Mariana Spivak) y Boris (Aleksei Rozin) hace tiempo que dejó de ser pareja, se aborrecen, no comparten depa, hicieron una nueva-misma vida carente de sentido, y... tienen en el olvido a Aleksei (Matvei Novikov), el hijo que no desearon, que no atienden, a quien no cuidan, que no les interesa y que un día ya no apareció.
Ella descubre la ausencia dos días después de sucedida. El no quiere saber nada de ese drama.
La sociedad está rota. La policía acude con desgano al llamado de la madre (que no maternal), la escuela apenas si se entera, solo un grupo muy organizado de ciudadanos responde y busca al niños de 12 años, con protocoloes, respeto a las personas, al margen de las instituciones, son buscadores de personas desaparecidas profesionales de la vida.
"Sin amor" golpea a la conciencia de los rusos con la misma fuerza que las instituciones debilitan a otras instituciones y conductas que son básicas para la sobrevivencia de la especie, como el amor, la solidaridad y la compasión.
La secuencia de las noticias sobre la guerra ruso-ucraniana, son demoledoras: no nos importa nada, solo el yo.
Luego de ver "Sin amor", nominada a los "Globos de oro" y los "Oscar", que ganó en 2017 el reconocimiento de la Sociedad de Críticos de los Ángeles, como mejor filme en lengua no inglesa, pensé: esto es una crisis universal de los que mal practican los valores elementales de la humanidad; Aleksei se fue, desapareció y no le importó a sus padres, ni a la abuela materna, tampoco a las nuevas parejas de sus papás, solo se fue ¡tiene 12 años!
Mariana Spivak ("Hacia el lago", "Mamonty"), soporta muy bien el peso de la historia que escribieron Zviaguintsev y Oleg Negin, su presencia en escena subraya el desprendimiento de la piel humana para la adquisición de una nueva piel- vida, también sin amor.
La película se puede ver en diversas plataformas y su lectura refuerza el discurso sencillo, cotidiano, básico de grupos, institucionales y ciudadanos que nos invitan todos los días a bailar en las plazas, a pasear por los bosques, a acudir a los museos, centros comunitarios y culturales, a jugar con nuestras familias biológicas o elegidas...no se puede seguir cayendo al hoyo negro, profundo, autodestructor de la sociedad, con nuestra actitud egoísta, antisocial, depredadora, tenemos que voltear a ver al otro, a vernos en el espejo y ser solidarios, voluntarios en la búsqueda de los niños, adultos, matrimonios, grupos sociales, que desaparecen ante nuestra indiferencia.