Los artistas, artesanos, promotores y gestores culturales... todos los integrantes del sector cultural siguen trabajando.
Algunos incluso con hambre, sin dinero en los bolsillos, con los créditos agotados.
Otros no han perdido los patrocinios parciales o totales de instituciones públicas y privadas, en los dos casos en medio de un agotamiento Covid-19 que comienza a cobrar factura social.
Lo que se trataba de ocultar por conveniencia, por pena, por un orgullo a veces mal entendió, comienza a asomarse en los hogares de los artistas y demás actores del sector, comienza a verse porque es inevitable seguir diciendo que todo está bien.
A pesar de que la economía naranja es parte sustancial de la economía formal e informal de este país, no ha sido atendido con perspectiva social y de prevención para la sociedad post pandémica, que espero exista en un futuro no lejano.
Sé que hay instituciones que han continuado su trabajo a pesar de toda la incertidumbre generada por la pandemia y la nueva realidad política del país.
Hay programas importantes que afortunadamente se repiten de forma anual y algo que me ha sorprendido gratamente en los últimos meses, sectores públicos y privados, o incluso iniciativas individuales al margen de todo apoyo, han inventado programas y algo aún más importante: se han unido temporal o permanentemente en redes que intentan ser auto sustentables, algo imposible en estos tiempos.
Veamos algunos ejemplos, sencillos, pero reales:
la Camerata de Coahuila no ha dejado de trabajar y el fin de semana anterior volvió a ofrecer conciertos presenciales-virtuales desde su casa original: el teatro "Isauro Martínez" -del teatro Nazas no se sabe nada desde hace un año-, sus patrocinadores han mantenido el apoyo y el entusiasmo en el mecenazgo.
El escritor y columnista Jaime Muñoz Vargas, sigue escribiendo, apoya a los jóvenes integrantes del Taller Literario del teatro "Isauro Martínez" que han editado en medio de la pandemia y presenta libros en varios formatos.
La secretaría de Cultura, a pesar de todos los cambios estructurales que ha sufrido durante el coronavirus, ha mantenido su apoyo a proyectos culturales en todo el país, muchas veces en relación estrecha con las instancias culturales de los estados, incluso de redes estatales como las entidades del Noreste de México.
Un ejemplo casi increíble es el de editoriales como Penguin y la oficial Fondo de Cultura Económica que sigue su trabajo de promoción de la lectura, incluso con descuentos.
Lo mismo ha sucedido con las Ferias del Libro en Guadalajara o Yucatán que siguen trabajando de forma virtual.
Más difícil de creer es el trabajo de editoriales y librerías independientes que trabajan con las uñas, pero siguen vivas.
Hay otras instituciones que surgen de la sociedad y reciben apoyo gubernamental, podrían estar en casa tejiendo y viendo televisión, pero siguieron su trabajo virtual y luego organizaron conciertos, como el INMUS que esta semana presentará dos funciones de "La Boheme".
Hay ganas, muchas ganas de sobrevivir en la cultura y también tengo ejemplos de jóvenes que vencen circunstancias y ofrecen conciertos, como los universitarios de la Universidad Autónoma de Zacatecas que tocarán este viernes en una actividad del Teatro "Isauro Martínez", dos de ellos comenzaron sus estudios en La Laguna.
En la otra parte de la mesa hay museos en la Ciudad de México que están por mantener sus puertas cerradas, no hay apara más y otros entraron en conflictos internos lamentables, como el MACO en Oaxaca y algunos más realizaron subastas para seguir adelante, como el MARCO, de Monterrey.
Y, finalmente, la Secretaría de Cultura de Coahuila mantiene sus premios internacionales y nacionales, sus programas presenciales, como la Caravana Cultural, las temporadas de la Orquesta Filarmónica del Desierto y en cultura virtual lanzó Arte Resiliente y la Cultura nos une en línea, entre otros programas
Mientras existan artistas y promotores así, la humanidad tendrá futuro.