Todos sabíamos que era cuestión de tiempo.
La pandemia se iba acercando y de datos lejanos se hicieron familiares dolorosamente, nombres familiares, conocidos, amigos, quizá parientes, vecinos en algunos casos y amigos en una lista muy personal que comenzamos a cargar dolorosamente, en ocasiones de forma colectiva, en otras de forma individual, quizá con más dolor por ser un dolor íntimo.
De pronto esta pandemia nos recuerda crudamente que el mundo de la cultura y del arte es parte de un mundo más complejo, más cruel y del que nadie puede evadirse.
La pandemia es para todos, sube al escenario, entra a la galería de arte, se pasea entre los libros y duele cuando acierta a alguien que conocemos, que está cerca de alguna forma.
Entonces comienza el recuento, la lista que se hace más grande, que hiere, la gente del gremio, los que alegran a los demás, los que trabajan para que otros tengamos una vida mejor.
Después de largos meses de expectativas, de pronto comenzaron a llegar las noticias, primero los periodistas, un o ex compañero de muchos de nosotros en La Opinión, Miguel Ángel Solís, de una familia de periodistas laguneros, de Gómez Palacio, trabajó los últimos meses en el Ayuntamiento de Ciudad Lerdo, luego , también inesperadamente como son estas noticias, Ramón Betancourt, periodista independiente, los dos jóvenes, con muchas historias por escribir, los dos con muchos amigos que les extrañamos.
Y como si se tratara de un juego de naipes, siguieron el mismo camino dos músicos, apenas la semana pasada.
Dos músicos aún más jóvenes cuya partida causó mucho dolor, Juan Carlos Esparza y Tony Salazar, laguneros, muchachos del barrio que se fueron de pronto, en medio de la espera por tiempos mejores, del otoño que fue implacable con ellos.
Y en la misma semana, apenas unos días antes de de la conmemoración del Día de Muertos, también se fue Emilio Carrasco, el maestro de arte, el pintor internacional, el zacatecano por adopción, el amigo.
Así es esta pandemia, cruel, da golpes por sorpresa, no avisa, le pega a cualquiera y duele cuando saca del juego, de esta vida, a la gente que conocemos.
La partida de mi amigo Emilio Carrasco Gutiérrez el viernes pasado en Zacatecas, ha sido lamentada por muchas personas, desde sus alumnos, hasta el gobernador del estado de Zacatecas Alejandro Tello Cristerna, todos han hecho públicas sus condolencias, el pintor había inaugurado su última exposición, sin que nadie supiera que era la última, en el mismo mes de octubre , estaba organizando una exposición de Ex-Libris, tenía como uno de sus principios el apoyar a sus alumnos para que sobresalieran, les motivaba a seguir adelante, organizaba exposiciones, era el mejor maestro., una persona noble, sencilla.
Todos ellos se han ido antes de tiempo, en plena producción cultural y artística, por eso duele tanto su partida.
Lo peor es que se que no serán los últimos, que esta desgracia no ha terminado.
Hay más, la pandemia sanitaria va acompañada de la crisis económica y muchos artistas, promotores y gestores culturales... si vivían con penurias en muchos casos, ahora están en el limbo de la actividad económica., esa es otra pandemia, igualmente dolorosa.