Y como si no tuviéramos suficiente con la pandemia, llega el voraz incendio que hasta el momento ha consumido algo así como siete mil hectáreas de bosque de los estados de Coahuila y Nuevo León.
Todo porque los mexicanos estamos diseñados (genéticamente) para la autodestrucción, imagínese:
Quién diablos hace una carne asada en un bosque donde (además) está prohibido ingresar...
Nosotros.
Ahí está el incendio que ha acabado con miles de árboles y ha dañado severamente la fauna, recursos tirados a la basura por ciudadanos inconscientes que, amparados por el confinamiento, se ponen en "mood" innovador y literalmente "la cagan".
Ahí van millones de pesos, de esfuerzo humano, de recursos destinados a sufragar un daño irreparable por algún "moderno" que arriesgó su vida y la de sus acompañantes, porque no solamente hablamos del impacto ecológico, no previeron que pudieron haber sido atacados por un oso o algún otro animal salvaje.
Ahí están los otros "modernos" (padre e hijo) que en plena presa Francisco Zarco se ponen a dispararles a los patos, sí, en ese lugar que es visitado por decenas de familias ahí estaban en "mood" francotirador con fusil en mano cazando aves y luego viene Raúl Villegas, el Sub Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales del Gobierno de Durango a pedirnos que tomemos datos de los infractores, en peligro volteen y nos pongan un "plomazo", ya traen el arma, cómo se le antoja que la puedan usar, pero luego no nos lamentemos y nos pongamos intensos de porqué nuestros niños hacen lo que hacen, recuerde usted el 10 de enero del 2020, a partir de ahí cuénteme lo que quiera, si enseñamos a nuestros niños a disparar un arma entonces atengámonos a las consecuencias.
Y luego llegan los "razers" en "mood" insistente.
Qué no entienden que el Cañón de Fernández es una zona natural protegida y que no se puede ingresar, no se puede entrar, está prohibido poner un pie en ese lugar o en qué idioma nos lo tienen que decir para comprenderlo ¡Ah! no ahí vamos con los carritos a hacer deporte extremo de élite, a atropellar tortugas, a perturbar a las aves migrantes y a destrozar la flora del lugar.
Se trata de un principio de autoridad, porque si el gobierno espera a que el mexicano lo acepte y lo acate, pues que mejor se siente porque si no es por el uso de la fuerza pública, estos fenómenos se van a seguir presentando.
Y así, "nos llueve sobre mojado" (ojalá y el dicho aplicara tal cual en la sierra de Arteaga).
