Hay una amenaza real de la Federación Internacional de Futbol Asociación a los equipos mexicanos de prohibir la presencia de afición a los estadios en caso de que continúe gritándole "puto" al portero contrincante cada vez que despeje.
Pensé el tema como una bagatela:
¿Qué no tendrán algo mejor en qué pensar los ejecutivos del soccer que estar "jodiendo" a la afición?
Pues a eso se va al estadio ¿no?
A liberar pasiones, a tratar de debilitar (desde las porras) al contrincante, "puto" no me parecía un agravio en contra de la comunidad LGTBQ+, toda vez que entre los mismos integrantes se llaman peor entre ellos (jota, perra, estúpida y hay miles de videos de que lo antes dicho es verdad), me parecía entonces, en todo caso, una broma que se había hecho casi una costumbre, pero como lo he dicho en cientos de ocasiones:
Estamos en pañales en temas de derechos humanos, es preocupante que no estemos tomando en cuenta que hemos normalizado el odio y sus orígenes.
El activista de la comunidad gay en Torreón, Raymundo Valadez leyó un montón de textos el jueves por la noche cuando recibió la invitación para asistir al Telediario Matutino el viernes, estudio sobre las concepciones que se tienen de la palabra "puto".
La Real Academia de la Lengua Española define la palabra como un adjetivo calificativo denigratorio, Wikipedia la anuncia como "hombre que siente atracción sexual por personas de su mismo sexo biológico", otros sitios web dicen que "puto" y su uso común y social refiere a aquellos asustadizos, cobardes o temerosos, todos los anteriores resultan insultantes, en cualquier circunstancia y en todos los aspectos, porque estaríamos condenados todos, todos lo seríamos porque quién no ha sentido miedo, hay personas con preferencias sexuales particulares, así que usted decida.
No debemos normalizar la cultura del odio, ni a futbolistas, ni a ninguna otra persona que desarrolle cualquier actividad porque cuando la afición mexicana grita "puto", creo que no lo hace refiriéndose a la condición sexual del guardameta, sino al desánimo que pudiera causar el insulto, quizá por la debilidad, la incapacidad, la tibieza o la incompetencia.
Tenemos que ser muy serios en el desarrollo mental de nuestros hijos, esos pequeños detalles pueden derivar en verdaderas tragedias, en crímenes de odio o actos probatorios de virilidad, fuerza, templanza.
Estoy de acuerdo en que el grito está de más, aunque para ser sincero, una o muchas veces grité (las pocas veces que he asistido a un estadio) "puto", pido una sentida disculpa.