Si hay algo de lo que nuestro país ha podido presumir siempre en el ámbito deportivo, es sin lugar a dudas los logros en los deportes acuáticos, desde las épocas de Felipe “Tibio” Muñoz en natación y Joaquín Capilla en clavados, hasta tiempos más recientes con Carlos Girón, Fernando Platas, Jesús Mena, Germán Sánchez, Iván García, Rommel Pacheco, y desde luego las mujeres con María José Alcalá, Paola Espinosa, así como Alejandra Orozco, pero ahora el nado artístico, antes nado sincronizado, es el que ha puesto una vez más a México en lo más alto de un podio.
Hace unas semanas en Egipto, diez chicas mexicanas se adjudicaron la medalla de oro en la Copa del Mundo de la especialidad de Nado Sincronizado, demostrando una vez más que querer es poder, y que nuestros deportistas son capaces de sobreponerse a todas las adversidades, dentro y fuera de la cancha.
Y es que más allá de la polémica que se ha dado en torno al abandono total por parte de las máximas cúpulas del deporte nacional, las nadadoras nacionales dieron cátedra en la piscina, alcanzando un nivel extraordinario, mismo que no ha sido por obra de la casualidad, ya que ellas llevan años trabajando, hasta alcanzar casi la perfección en sus rutinas dentro de la alberca, bajo la guía de la entrenadora Adriana Loftus mayormente.
En lo personal tengo el gusto de conocer a las dos competidoras de mayor experiencia, como lo son Nuria Diosdado y Joana Jiménez, quienes en Tokio 2020, junto con la hoy retirada Karem Achach, lograron meterse a las finales de su deporte; para ahora junto a la nueva generación, colgarse una histórica medalla de oro, que no es de nadie más, que de ellas mismas y de quienes las apoyaron.
Hace seis años, cuando me encontraba como directivo con los Tigres de Quintana Roo en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB), tuve la oportunidad de invitarlas a lanzar la primera bola en el estadio Beto Ávila, en reconocimiento al esfuerzo y a su representación nacional, recuerdo perfectamente cómo platicaban del ascenso que tendría su especialidad, gracias al compromiso de cada una de ellas, y las generaciones que vendrían, situación que hoy ha quedado constatada.
Los dimes y diretes, que tristemente han dejado al descubierto una vez más las muchas cosas que siguen sin hacerse bien en el deporte de México me duele y molesta, porque hoy tengo la responsabilidad de apoyar a los deportistas desde el municipio de Solidaridad, entendiendo que hay limitaciones, pero siempre buscando soluciones, para no frenar el desarrollo de ellos. Y en muchas ocasiones los seleccionados nacionales vienen buscando apoyos, porque no se les dan a través de la CONADE o sus federaciones.
Hoy estamos en época de clasificatorios rumbo a los Juegos Olímpicos París 2024, y los atletas mexicanos deben de contar con todo el respaldo posible, para poder crecer, al tiempo de seguir incentivando a nuestros jóvenes a forjarse metas, dentro de una actividad que permea en cosas positivas para nuestra sociedad.
En torno a este polémico tema, me encantaría que la grilla se quede a un lado y que estas fantásticas sirenas mexicanas puedan trabajar con los apoyos suficientes para seguir con este crecimiento, ya que en cada ciclo olímpico el nado sincronizado de México ha ido subiendo en el ranking mundial.
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